capítulo veintiocho

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Estaba sentado en aquella silla sin mover uno solo de sus músculos

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Estaba sentado en aquella silla sin mover uno solo de sus músculos. Los brazos reposaban en sus piernas, un significado de cansancio por las noches en las que había pasado en vela.

El cansancio era abrumador, la ensoñación se había esfumado como humo en las mañanas y su cara parecía desfigurarse de lo mal que estaba. La piel parecía volverse amarilla, las orejas se volvieron moradas, los moretones crecían sin acordarse con qué pudo haberse golpeado. Las cicatrices no cicatrizaban y mucho más que todo volvían a derramar sangre.

Hizo una mueca pensando en cómo estaba. Lucia tan enfermo y en mal estado, era como si su cuerpo se estuviera descompusiendo con él aún respirando.

Miró a su chica, sentada en frente de él viéndose también agotada. Acariceaba la comida con el tenedor aburrida, o mejor dicho, pensativa.

Las largas noches de sueño y descanso se convirtieron para ambos en pesadillas putrefactas. Ya no pasaban ni un segundo en donde el mayor de los dos no dijera cosas que hacían sentir mal a la rosada. Lo suyo no era golpear, nah, más bien era el placer de hacer que ella sacara la lengua y le dijera qué era lo que en realidad estaba pasando y por qué de repente se alejó de él.

Eso lo enfadada, porque odiaba no saber las cosas y hacia que sobrepensara las cosas a un punto inaceptable. Se enfermaba por eso y lo tenía claro, pero no lo resistía, era como un vicio pegado a la espalda.

Bajó su mirada con el entrecejo fruncido. Miró la comida en frente suyo, intacta, un poco revuelta por estar jugando con ella.

Tomó la cuchara entre sus manos y le dió el primer bocado al arroz que —gustosamente— Amy había preparado  para que él se alimentara un poco.

Empezó a comer sin ganas y con lentitud en cada probada. Tragaba con pesar, como si le doliera o le diera asco comer.

—Solo dime que no quieres comer y ya. Tampoco te estoy obligando a eso también —dijo ella, mientras dejaba su cuchara a un lado.

—¿Acaso dije algo que te molestara? —esa pregunta parecía tener doble sentido. Ella no le decía las cosas y sacaba otras que él no entendía.

Estaba tan confuso. Ella era un laberinto sin salida alguna.

—No... es solo que... —a su pierna le dió comezón de los nervios que estaba sintiendo. Le daba miedo, siendo sincera, la presencia de Sonic ya no le daba tanta paz como antes y es más, parecía que antes desgarraba toda tranquilidad— nada...

Sonic asintió con la cabeza con mucha vagues. Como si ya supiera lo que ella siempre estaba a punto de decir.

Sus dedos golpeaban la mesa haciendo un ruido seco. El silenció reino y pareció querer quedarse a vivir ahí.

—¿Vas a salir hoy otra vez... Ames?

Sus ojos por fin se encontraron y ella tragó en seco. ¿Por qué no le creía? ¿Por qué no le creía?

—No, no voy a salir.

—¿Quieres que te consiga un taxi?

—Sonic.

—¿O quieres ir a un prostíbulo?

Ay, no... No, no, no, no, no, no, no. Enfermo, enfermo, enfermo, enfermo, ¡Enfermo!

Su mano hirvió por la sangre que corrió con fuerza con sus venas. Se levantó con fuerza de su silla y antes de que pudiera golpear la mesa, él ya lo había hecho, moviendo todos los cubiertos por el movimiento tan brusco que la desesperación lo llevó a hacer.

—¡DIME!

—¡¿Qué es lo que te pasa por la cabeza?! —gritó de vuelta aún más enfurecida— ¡¿Crees que porque salí una noche me ando revolcando con cualquiera?!

—¡No hace falta ni siquiera imaginar eso! ¡Porque tú... —la señaló— ... tu eres la que siempre me pones enfermo!

—¡¿Yo soy la que tiene así?! ¡¿Acaso te digo que no comas, que vomites o te cortes?! —se acercó a él y le tocó el pecho varias veces de una forma brusca.

—¡No! ¡Tu haces que me den ganas de hacer todo eso!

Otra cachetada recibió y esta vez hizo que todo el rostro se girara con fuerza junto al sonido.

Tomó su mejilla aún aturdido. Apretó los dientes y se volteó furioso levantando el brazo.

El enfado lo segó y manipuló.

¡Un golpe! No... ¡Dos, tres! ¿Pasaría de cuatro?

Ella cerró los ojos y espero que su imaginación terminara de jugar con ella.

La mano de su novio aún seguía en el aire, intacta y temblando.

Sus ojos abrió y dio un respingo al verlo tan cerca de ella, llorando, apretando los labios con rabia.

Cerró su mano en forma de puño y se apartó de ella de inmediato subiendo las escaleras.

Se encerró en el baño con seguro y se revolcó en el suelo jalando sus púas. Lloró como aquel día en el que se había dado cuenta que no podía ser padre. Se araño por encima de las cicatrices, se golpeó los brazos contra la pared, se palmeó el rostro con agresión y se quedó intacto pensando si debería golpear todas las cosas de nuevo.

Se sentó en el suelo y agarró su cabeza rozando sus dedos contra la venda. Una posición fetal se podría definir de la forma en la que estaba. Sus mejillas lloraron sangre por los rasguños que se había hecho, los ojos intactos y melancólicos se hicieron pasar por la desgracia. Su aire se fue perdiendo, como la vida misma.

¡¿Que era lo que había tratado hacer?! ¡¿Golpearla, amenazarla?! ¡No, no, no! ¡Se negaba! ¡¿Por qué estaba actuando de esa forma?! La había tratado brusco en los dos "abrazos" que le dio cuando intentó calmarse, dudaba de ella pero no le daba el derecho a hacer tal atrocidad.

¿Y si se volvía su padre? Un viejo que le importaba satisfacerse nada más en lo sexual violando a su madre varias veces, incluso la llegó a golpear para que cediera. ¡Que asco, que asco! ¡No, no, no! ¡Se negaba a ser como él!

Lloró por horas incontables hasta que el sueño intentara vencerlo. Cuando sintió sus ojos húmedos y su boca arder, se dio cuenta que había sufrido otro ataque de pánico ahí encerrado.

Un extraño sueño lo venció, se acostó en el suelo sintiendo frío. Y como podría importarle eso ahora, era lo que menos merecía en esos momentos.

Cerró la puerta con fuerza y acomodó su abrigo en forma de almohada dentro de la ducha.

Era un monstruo, y no merecía salir si quiera solo para mantener a Amy a salvo de él.

Era un monstruo, y no merecía salir si quiera solo para mantener a Amy a salvo de él

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𝐑𝐎𝐒𝐄𝐒 𝐅𝐎𝐑 𝐌𝐘 𝐃𝐄𝐀𝐑 𝐒𝐎𝐍𝐈𝐂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora