𝐑𝐎𝐒𝐄𝐒 𝐅𝐎𝐑 𝐌𝐘 𝐃𝐄𝐀𝐑 𝐒𝐎𝐍𝐈𝐂

capítulo siete.

Cuando había empezado a correr se imaginó que podía ir tan rápido como hace años lo hubiera hecho, pero lástima de sus piernas que ya no tenían la misma fuerza que antes cómo para llegar rápido al hospital.

Estaba tan asustado en ese momento, ¿Qué haría al llegar? ¿Le permitirían abrazarla? ¿Cómo le diría lo que ha pasado durante los últimos meses?  ¿Cómo haría todo eso en una sola noche? ¿Cómo haría para mencionar aquella noticia?

Se detuvo en un semáforo, quedando agotado y respirando por la boca al sentir como su respiración era tan terriblemente desordenada.

Sus pensamientos a flor de piel le hicieron verse como un niño en su primer día de clases; y era el miedo irracional de quedarse solo.

Volvió a correr, estaba vez aún más cerca de su destino viendo el letrero que estaba esperando leer. Aquella sonrisa inesperta que hace meses no era sincera, volvió con un brillo especial en sus ojos al estar llorando.

Su corazón no había vuelto a latir con tanta emoción como ahora.

Admite que tuvo problemas con los guardias al tratar de cruzar corriendo por los pasillos y empujar a unas cuantas, pero no podía evitarlo, realmente estaba siendo feliz en ese momento.

Y había llegado el momento, en pie frente a esa puerta, con el corazón en las manos y sus piernas temblando se dio la pregunta del por qué estaba tan asustado.

—Tranquilo Sonic —se animo a si mismo— e-es tu novia. Ya le haz hablado, visto y mimado muchas veces. Verla de nuevo será pan comido.

Tomó aire al tiempo que tocaba la perilla de la puerta y entraba.

Ahí frente a él, pudo observar a la enfermera hablando con su pequeña e indefensa novia.

Se acercó a paso lento con las manos aún vendadas sosteniendo las rosas que ella misma le había dado como muestra de su amor.

Y fue hasta ahí que se quedó su valentía, porque al momento que la mujer mayor había volteado a verlo, ella también lo había hecho.

Tal vez estaba llorando al igual que la rosada, porque su nariz respingo y ella alzó como pudo sus brazos para recibir un abrazo del azulado.

No se había dado cuenta, ni siquiera lo había procesado cuando ya estaba en los brazos de ella oliendo su aroma del cuello dejándole en las nubes.

Había empezado a llorar de nuevo.

—Gracias, gracias, gracias —susurraba tantas veces como podía hacerlo.

—Mi amor... —acaricio la cabeza como sus labios igual.

—Crei... creí que también te había perdido.

Ella se aferró con más fuerza aún.

—Tambien... —una sonrisa se formó en sus labios— también tenía miedo.