capítulo veintinueve.

400 46 33
                                    

La forma en la que su mirada atravesaba el arrebol del holocausto perdido, le hizo despertar cierta rabia que moría de hambre por probar cualquier cosa de gusto intacto para disminuir cualquier acto vergonzoso

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La forma en la que su mirada atravesaba el arrebol del holocausto perdido, le hizo despertar cierta rabia que moría de hambre por probar cualquier cosa de gusto intacto para disminuir cualquier acto vergonzoso.

Ahi en el baño, aún encerrado mirando fijamente sus manos, se dió cuenta que cuando perdió a su hijo, jamás lo intentó de nuevo por medio a que las circunstancias lo llevarán al mismo resultado.

Pero estaba con tanta necesidad ahora que por su mente pasaba cosas que a los ojos de Dios era morboso.

Nunca lo volvió a intentar, pero, esta vez podría ser su oportunidad.

Se levantó de la ducha quejándose al instante. Apoyó las manos en sus rodillas y cerró los ojos un momento.

Estaba mareado, había perdido la noción del tiempo ahí metido. Tenía frío, tal vez ya pasaba de las doce de la noche.

Un pie y luego el otro, salió de la ducha y con pasos pesados se dirigió a la puerta.

Tocando la perilla se dio cuenta que no solo moría de frío, ya el cuerpo le dolía incluso por dormir lo que sea que haya dormido en el suelo.

Abrió la puerta despacio, la luz del pequeño cuarto pegó hacia la pared de afuera. Asomó su cabeza y miró hacia el corredor: todo apagado y con ella posiblemente durmiendo.

Caminó sosteniendose de las paredes mientras que con el otro brazo trataba de cubrirse del frío. Su mandíbula temblaba, creía poder desmayarse en ese momento.

Llegó a la cocina después del gran esfuerzo que tuvo que dar para si quiera poder caminar. Se agachó a la altura de los cajones bajos, y abrió cada uno de ellos buscando el alcohol que tenía bajo llave.

Uno y después dos, solo esas botellas encontró creyendo que había más. Se levantó con ella en brazos y las dejo en la mesa. Abrió los cajones de arriba, buscando lo mismo.

Suspiró con cansancio mientras pensaba en conformarse con solo esas dos.

Se sentó, y abrió la primera botella.

Cuando sintió la garganta quemarse casi llora en ese instante, no solo por el dolor que sentía físicamente, siendo sincero, parecía que ya ni sentía dolor en nada.

Era el más dañino de todos, su mente, tan sucia y repugnante, le jugaba con recuerdos y con imaginaciones al mismo tiempo.

En el primer trago, lloró con el.

Maldijo en el segundo.

En el tercero ya ni podía pensar.

Ebrio era una palabra pequeña a lo que sentía en ese momento. La vista borrosa y la saliva corriendo por su labios le dio la bienvenida a lo que era la entrada a su pequeño infierno.

Sintió la botella más liviana en su peso, la miró con pereza, observando que ya se la había acabado.

Sintió rabia, una gran bocanada aguanto para no tirarla contra la pared. Se agachó para tomar la que había dejado a sus pies, también, completamente libre de adicciones.

𝐑𝐎𝐒𝐄𝐒 𝐅𝐎𝐑 𝐌𝐘 𝐃𝐄𝐀𝐑 𝐒𝐎𝐍𝐈𝐂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora