capítulo veintisiete

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Todas esas personas mirando desde sus asientos

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Todas esas personas mirando desde sus asientos.

Los ojos de todos ellos no paraban de mirarlo. Podía definir con pura tristeza que algunos lo miraban con sorpresa, otros con enojo u odio, o, simplemente con lástima.

La cabeza empezó a palpitar y sus manos empezaron a sudar. Tragó en seco, sintiendo como la ansiedad lo devoraba por pedazos pequeños pero significantes.

Miraba de reojo los zapatos de aquellos conocidos, el de cómo se acercaban y como lo analizaban. Mierda, el aire le faltaba.

¿Qué haría? ¿Qué haría?

—Por favor, hagan que tenga reposo en las próximas semanas y no lo dejen en ningún momento solo. Le recomendaremos medicina, ayudará con las veces que tenga insomnio y un par de antidepresivos —les indicó la enfermera, mientras lo entrega suavemente a las personas que vinieron a recogerlo

—¡Claro! No hay problema. Haremos que se sienta mucho mejor —su voz sonaba tan optimista. ¿Cómo lo hacía?

—Tendremos cuidado con él —habló el azabache, el mayor de todos— buenas noches.

Tiraron de su brazo con cuidado pero el pequeño enfermo se quedó estático ahí mismo. Las piernas no querían reaccionar, sólo mordía sus labios y su garganta quería estallar de dolor.

—Joven Sonic, ¿Se encuentra bien? —la mujer le hablo de nuevo, mientras que intentaba acercarse a él.

—...S-sí —no, no, no. Quería llorar y mucho. Quería volver a casa pero a la vez no. Quería acostarse a dormir y después morir.

—¿Por qué lloras, Sonic?

Sí, ¿Por qué llora? ¿Por qué llora? ¿No debería estar agradecido que el maldito golpe que se dio no pasara a mayores? ¿No debería estar agradecido que sus amigos estaban con él después de dejarlos solos? ¿Y Amy? Amy está en casa, esperándolo. Pudo haberse enojado por él por las estupideces que hacía y decía pero ella lo amaba, ¿Verdad? Ella lo amaba y SIEMPRE iba a estar con él.

No había duda, no había duda, no había duda, no había duda.

Pudo haberse perdido en sus pensamientos por mucho tiempo antes de lo planeado. Solo sintió un golpe en su cabeza que lo hizo volver a la realidad.

Se sentó nervioso, mirando hacia todos lados, sudando, temblando. Miró la puerta a un lado suyo, quiso abrirla con desespero y pudo haber golpeado el vidrio para salir de aquél auto y correr a no saber dónde.

Y lo pensó, incluso analizó como haría el golpe, lástima que unas manos lo tomaron de los hombros, volteando su cuerpo aún más asustado y todavía poniéndo un brazo en modo de defensa se limitó a aferrar su cuerpo en la parte del sillón en donde estaba.

Las ganas de llorar volvían.

—Ey, tranquilo Sonic. Soy yo, Silver —la voz de su amigo tenía la linda habilidad de calmar a cualquier persona que tuviera un poco de cordura. Pero él, era Sonic, obviamente no estaba bien.

𝐑𝐎𝐒𝐄𝐒 𝐅𝐎𝐑 𝐌𝐘 𝐃𝐄𝐀𝐑 𝐒𝐎𝐍𝐈𝐂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora