Capítulo 12

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Damián Fox

El ruido producido por todos los estudiantes era estresante, casi tan estresante como tener que caminar detrás de un anciano.

La clase estaba siendo totalmente aburrida y mecánica, nada fuera de lo normal. El bullicio de mis compañeros era ensordecedor.

Mi atención se centra en Ambar, su cabello castaño cayendo sobre su rostro y cubriendo una parte de el. Ella levanta la mirada de su libreta y presta atención a la clase de la profesora Miles.

Está tranquila, pacífica, como si nada pudiera lastimarla, como si anoche no me hubiera confesado lo que sufrió.

Su mirada tenía ese brillo de vida, aquel brillo que había notado la primera vez que la vi.

No me imaginaba esa mirada apagada, pero al parecer lo había estado en algún momento. Había sido lastimada y, según sus propias palabras, había querido estar bajo tierra antes de poder seguir afrontando eso. Pero lo hizo, ahora estaba nuevamente en Asfil e inmiscuida hasta el cuello en nuestro mundo.

Aunque curiosamente, su mirada aún mantenía ese brillo.

¿Cómo lo lograba?

-Pueden salir - escucho decir a la maestra, acto seguido salgo rápidamente del salón. Dejando atrás a Ambar.

Mi sangre empieza a quemar, mis músculos se tensionan y mis huesos crujen. Siento como mis venas amenazan con querer reventar.

Camino más rápido, presiono la mandíbula.

Necesito desquitar mi ira, necesito no sentirme tan mal.

Minutos después, entro por la puerta, cerrándola tras de mí con fuerza. Tiro la mochila al suelo y camino hasta la puerta que lleva al sótano.

-¿Qué haces? - escucho una voz detrás de mí.

-Sabes que hago - digo abriendo la puerta, escucho como ríe detrás de mí.

-Sí, pasa - dice Poe con tranquilidad, mientras asa por mí lado en dirección a la cocina - ¿Cómo entras...

No oigo más porque cierro la puerta del sótano antes, bajo las escaleras.

-¡AAAAHHH! - escucho un grito amortiguado.

Siento como mis huesos duelen, como si fueran taladrados con odio.

Termino de bajar las escaleras, veo al hombre amarrado y sentado en la silla. Su rostro lleno de sangre y su ojo hinchado.

Parece que Poe estuvo acá hoy.

Me acerco a él y me trueno los huesos de la mano, él Llora. Río levemente por ello.

Alzo mi puño y lo empujo con fuerza sobre su cara, suelta un gemido de dolor. Los golpes siguen cayendo con brutalidad sobre su rostro. Como si de un saco de boxeo se tratara.

Poco después deja de moverse, sigo golpeándolo con furia. Siento como la respiración de Rogers disminuye a tal punto de que ni siquiera sé si sigue respirando.

Destellos llegan a mi memoria.

-Damián - habló Poe, mi atención posada sobre la joven de cabellos castaños quién se encontraba hablando con Mack en la entrada de la preparatoria.

-¿Qué?

-Mira, no te va a gustar, pero siento que debes saberlo - lo miro - tengo secuestrado a Rogers, tu profesor de Álgebra - dice con sencillez.

-¿Y? No me interesa - digo y regreso mi atención a la joven que ahora se encuentra algo preocupada viendo a los lados.

-Pues, tal vez lo secuestré porque dañó a alguien que te importa - lo miro nuevamente, esta vez con el ceño fruncido.

Sé mi peligroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora