Ambar Green - Becket
Abrí los ojos y sentí el auto deteniéndose. Damián estaba viendo a la nada y Poe estaba medio llevado por el sueño. Padme a mi lado estaba aún dormida. Archie, Tatiana ni Danna se encontraban, supuse que se habían quedado en algún lugar del camino.
Tenía miedo por lo que pudiera pasarle a Tatiana, traicionó a la manada, pero tenía una razón, válida o no, eso ya no dependía de mí. Tatiana siempre me había tratado muy bien y sentía lástima por ella.
-Llegamos – anunció Nicolás.
A través del vidrio pude observar una casa estilo victoriana con unos enormes muros de hierba de la rodeaban.
Nos bajamos y, con la ropa llena de sangre seca, seguimos a Nicolás. Subimos las escalinatas y esperamos en el porche a que él encontrará la llave correcta en un pequeño manojo. No tardó en hallarla. Abrió la puerta y lo primero que percibí fue un aroma delicioso, como de tocino recién hecho.
Avanzamos hacia el recibidor y por un pasillo que estaba conectado a lo que parecía ser la cocina, se asomó una muchacha. Miró a Nicolás y esbozó una sonrisa de entera felicidad, entonces corrió y se le lanzó encima y lo abrazó.
-¡Nicky! – exclamó, como si no pudiera creer que lo veía -. ¡Viniste! ¡Viniste!
-¿Cómo estás, Anie? – le dijo él, devolviéndole la sonrisa.
-¡Muy feliz ahora! – exclamó ella, apretujándolo.
-Mira, traje algunos amigos – dijo Nicolás después de que lo soltara.
Ella asintió y se nos quedó viendo, ni siquiera se asombró por la cantidad de sangre que había en nuestros rostros y prendas.
-¿Se quedarán? – preguntó ella -. Estoy haciendo unos panqueques con tocino. Sé que todavía falta mucho para el desayuno, pero a esta hora me da más hambre que nunca.
-Me pasa muy seguido a decir verdad – dije, secundándola. Ella sonrió por mis palabras.
-Si. Ellos son Damián, Ambar, Padme y Poe, y se quedarán aquí – dijo Nicolás, mirando a los chicos -, con la condición de no lastimar ni matar a ninguna de las personas que habitan esta casa.
Poe resopló.
-Cuántas limitaciones – expresó, falsamente ofendido -, pero está bien, sé controlarme.
Reí con sus palabras.
-No tengo problemas con ello – aceptó Damián.
-Perfecto, entonces creo que necesitan darse un baño, se ven sucios – comentó Anie, mirándonos la ropa -. Veo que no trae equipaje, pero no se preocupen que aquí hay mucha ropa que los de paso han dejado. Vengan.
Todos la siguieron, e iba a hacerlo pero antes miré a Nicolás.
-Gracias, de verdad muchas gracias – dije con una sonrisa.
-No te preocupes, anda báñate.
Seguimos a Anie por el pasillo.
-¿Y cuantos años tienes? – le preguntó Poe, curioso.
-Los suficientes como para que no te atrevas ni a tocarla – gritó Nicolás desde abajo -. Eso va dentro de las condiciones también.
Anie se detuvo frente a una de las puertas.
-Ustedes dos – indicó señalando a Poe y Damián – se pueden quedar aquí. No hay muchas habitaciones disponibles, pero supongo que nos le importara compartir.
ESTÁS LEYENDO
Sé mi peligro
FanfictionUn noveno no ama, se obsesiona. Esta no es la excepción. Pero la obsesión se puede presentar en distintos y diversos frascos. Él es noveno, ella no. Ella ama, él no. Aún así, ambos se necesitan.