El sueño me estaba ganando, mis parados se sentían pesados y mi cabeza cada cierto caía por la gravedad. Es evidente que no he podido dormir, toda la noche sentía que alguien podía matarme y que nadie se daría cuenta hasta que sea demasiado tarde.
Vi el reloj en la pared de mi habitación. Este marcaba las 8:05 am. Volví a suspirar.
Me levanté del suelo y caminé hasta el baño, me vi al espejo. Mis ojeras eran evidentes, pero no lo suficientes. Mis ojos estaban hinchados y rojos de tanto llorar.
Vi mis brazos, las marcas de mis uñas en ellas. Otras más a la colección.
Caminé hasta el armario y lo abrí, saqué una sudadera negra, casi tres tallas más grande que la mía. Un buzo del mismo color y unas zapatillas blancas.
Me vestí sin ánimos, me amarre el cabello sin mucho interés. Me volví a ver al espejo, me veía del asco.
Bien.
Salí de mi habitación. Mis ojos ya no estaban tan hinchados o rojos. Eso no era problema.
Llego a la planta baja, mamá prepara el desayuno y papá está sentado en la mesa leyendo el periódico. Al notar mi presencia levantan la mirada para verme.
-Buenos días, hija - dice mamá con una sonrisa de boca cerrada.
-Buen día, mamá - digo sin mucho interés, tomo mis llaves y me dirijo a la puerta - ya vengo, te amo - le digo y abro la puerta.
-Pequeña - oigo la voz de mi padre - necesitamos hablar - me dice.
-Será luego - digo y salgo de casa, cerrando la puerta detrás de mi.
Camino sin ganas hasta la casa de los Fox. Toco el timbre y espero unos segundos.
La puerta se abre, dejando ver a la señora Diana. Sus ojeras son notorias, la mujer refleja cansancio y dolor.
-Buenos días, señora Fox - digo y muestro una sonrisa de boca cerrada.
La mujer parpadea como si fuera irreal.
-¿Ambar? - pregunta cómo si fuera una ilusión.
-La misma - digo, la sonrisa en mi rostro intacta.
De un momento a otro siento como me abraza, Sonrío y correspondo el abrazo.
Unos segundos después se aleja de mí.
-¿Cuándo regresaste? - me pregunta, una leve sonrisa aparece en su rostro.
-Hace unos días, lamento no haber venido a saludarla, pero estuve un poco ocupada.
-Oh no te preocupes, linda - le quita importancia.
¿La señora Diana sabe de su hijo? ¿Sabe que es un asesino?
-Me gustaría charlar con usted, ponernos al día en todo - digo divertida, ella ríe levemente - pero, necesito hablar con Damián - digo, la sonrisa de la mujer decae un poco.
-Oh, linda, lo siento, no sé encuentra - me dice apretando los labios nerviosa.
Lo más razonable, es que si sepa. Eso explicaría el porqué de él aislamiento a su hijo, las excusas baratas y lo poco sociable que era o es.
Si ese fuera el caso, no podía culparla de tenerlo en casa sabiendo que es un asesino, cuando podría reportarlo a la policía. Después de todo era su hijo, y no era culpa suya nacer siendo ¿noveno?
¿Ese era el término correcto?
-Déjala pasar - se escucha la voz de Damián desde dentro de la casa, la mujer voltea a verlo, yo solo miro el piso como si fuera muy interesante - ya lo sabe - anuncia, confirmando mi hipótesis.
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Sé mi peligro
FanficUn noveno no ama, se obsesiona. Esta no es la excepción. Pero la obsesión se puede presentar en distintos y diversos frascos. Él es noveno, ella no. Ella ama, él no. Aún así, ambos se necesitan.