Capítulo 42

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Llegué a mi habitación y encendí la luz, observé todo exactamente como yo lo había dejado y suspiré. Cerré la puerta de la habitación y desaté mis botas, me dolían un poco los pies. Me quité los zapatos y mis pies, cubiertos con unas medias blancas, tocaron la alfombra.

Caminé por mi habitación, como si no la hubiese visto en años.

Observé el cactus sobre mi mesa de noche, sonreí. Amaba los cactus.

Suspiré, no podía creer que estaba en casa otra vez, era agradable estar en casa luego de todo este tiempo.

Me aventé a la cama, suspirando y cerrando los ojos un segundo, el sueño me estaba ganando, por lo que me levanté, quería ducharme antes de dormir.

Me empecé a quitar la ropa, quedándome en ropa interior, justo antes de quitarme el resto decidí hurgar en la maleta que había llevado a la mansión Hanson, con la esperanza de encontrar mi teléfono.

Busco un poco y lo encuentro, suspiro feliz, con una sonrisa en mi rostro.

-Que buen pijama, ¿por qué no la usas más seguido? - oí la voz de Damián en la ventana, me sobresalté y caí sobre mi trasero en la alfombra blanca. Alcé la mirada y vi a Damián de pie junto a la ventana, ya estaba dentro de mi habitación.

-¿Qué haces acá? - pregunto poniéndome de pie y tomando mi bata de baño para cubrir mi cuerpo.

Él se acerca a mí con lentitud,

-¿Por qué cubres tu hermoso cuerpo? - me dice suavemente cuando está a centímetros de mí.

Trago grueso.

-¿Qué haces acá, Damián? - repetí, dando un paso atrás y chocando con la pared.

-¿No puedo visitar a mi novia? - preguntó, acariciando mi mejilla derecha, con tanta cautela y de manera minuciosa, como si limpiara algo. Su toque era suave y delicado, mi respiración era pesada, mi pecho subía y bajaba.

¿Acaso era su forma de pedir perdón otra vez?

Acerca su rostro a mi cuello, y de manera automática le voy pase libre a que pueda acercarse totalmente, siento como sonríe estando muy cerca de la piel de mi cuello.

Deja un beso húmedo y lento. repite el actuar un poco más abajo, mi respiración es pesada, baja lo suficiente como para llegar a la tela de mi bata, pero no hace más, observa mi rostro y busca mi mirada, la cual encuentra con rapidez.

-Sé que te puedes defender - me habla con suavidad, toma un mechón de mi cabello el cual caía sobre mi rostro y pasa tras mi oreja - pero mataría por ti, y destruiría el mundo para luego destruirme a mí mismo si algo te llegara a pasar - su voz sonaba más grave de lo normal, sonaba dominante, y quizás no era normal, o incluso sana, pero me encantaba.

Tomo su rostro con mis manos, me acercó a él y lo beso con profundidad, deseando todo de él.

Sus manos se posan en mi cintura y me apega a su cuerpo, sus manos bajan a mi trasero, acariciándolo, y bajando a mis piernas para cargarme. Mis piernas rodean su cintura mientras sus manos sostienen mi trasero, el beso toma más fuerza y calentura.

Mis dedos toman su cabello, acariciándolo y jalándolo. Damián camina en dirección a mi cama, cargando conmigo. En un momento siento como sus manos pasan por debajo de mi bata, alcanzando mi ropa interior y acariciando mi piel por alrededor de esta.

Me tumba sobre la cama cubierta por el edredón blanco, todo sin despegarse de mi boca, su delicadeza con la que hacía cada movimiento hacía que todo sea más intímo e incluso romántico.

Sé mi peligroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora