Capítulo 17

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Damián Fox

Me removí en la cama por enésima vez en la madrugada. El dolor en mis huesos haciéndome sentir incómodo y adolorido.

Me giro para colocarme boca abajo sobre las sábanas, tratando de aliviar el dolor. Apenas mi rostro toca la fina tela siento un olor peculiar. Un olor conocido por mí, pero nuevo en mi cama.

Un olor a coco. Olía a Ambar.

Ambar olía a coco, la mayoría de productos que utilizaba eran de coco. Cuando me abrazó lo pude confirmar, su cabello olía a coco.

Vi la sabana debajo de mí.

¿Debería quitarle?

Pensé y pensé, para finalmente ceder a mi cansancio y volver a apoyar mi rostro sobre la tela suave. Suspiro levemente, cierro levemente los ojos, el olor inunda mis fosas nasales, haciéndome sentir bien.

Siento como por fin el dolor baja considerablemente, logrando tranquilizarme sobremanera. Inhalo lentamente, buscando la comodidad, para acto seguido cerrar los ojos y quedarme dormido sobre la cama en donde había dormido Ambar la noche anterior.

<3

Sentía sus labios sobre los míos, siguiéndome el beso con el mismo anhelo.

Mis manos bajan levemente, para tomar los lados de su cuello y acariciar el inicio de sus mejillas con mis pulgares.

Ambar toma mi camiseta levemente, acercándome más a ella, lo cual acepto sin rechistar.

Sus labios saben a chocolate, por obvias razones, siempre está comiendo chocolates.

Aun no me cabía en la cabeza como es que estaba besando los dulces labios de Ambar. Aquí y ahora.

No creía en el cielo o infierno, pero este beso se sentía tan maravilloso como el cielo, pero tan tortuoso y caliente como el infierno.

Era tan bueno y se sentía tan malo que me encantaba. Era adictivo, casi tan adictivo como la muerte.

El aire nos faltó en los pulmones, obligándonos a separarnos. Aún no quería morir, y tampoco quería ella muera.

Su respiración agitada, sentía como la mía estaba igual. Sus mejillas pintadas de rosado, sus labios igual, se relamió los labios y pestañeo.

Juntamos nuestras frentes, Ambar apoyó sus manos sobre las mías, calmando su respiración. Elevó la mirada, chocando con la mía, sentí como dejó de respirar.

-Ammm, no sé qué decir en estos momentos - admite, reprimí una sonrisa, lo cual pareció notar ya que soltó una risita.

-¿Te das cuenta que arruinaste el momento? - pregunto con ironía, una sonrisa amenaza con aparecer.

-Si no hubiera sido así no sería un momento memorable - dice con diversión, para luego volver a reír y bajar la mirada. Nuestras frentes aún juntas.

Me volví a acercar lentamente, dándole la oportunidad de alejarse, lo cual no hizo. Volví a besarla y podía jurar que si seguía probando sus labios me volvería adicto a ellos.

Abrí los ojos lentamente, despertando de mi sueño y del recuerdo de lo que había pasado ayer por la tarde.

Pasé mi mano por mi rostro, buscando despertarme por completo.

Mi teléfono vibró, gruño levemente y tono el celular de la mesa de noche. Prendo la pantalla y entrecierro los ojos por la luz.

Es temprano, 8:00 pm indicaba mi reloj.

Sé mi peligroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora