Capítulo 41

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El frío abrazaba mi cuerpo, la luz tenue de la linterna era lo único que iluminaba mi camino. Escenario de película de terror de asesinos, si me lo preguntan.

Mientras mis botas pisaban aquellas ramitas delgadas del suelo, rompiéndolas con cada paso; el crujido me daba algo de tranquilidad, el silencio no me gusta para nada.

Cuando estaba cruzando el roble, oí un crujido provocado por el rompimiento de algunas ramas, el sonido venía de una distancia prudente de donde me encontraba de pie, observé a mi alrededor buscando ver un animal, pero no me encontré con nada.

Volví mi mirada al frente y avancé unos pasos más cuando escuché nuevamente el crujido, esta vez más cerca. Mi respiración se volvió pesada y preocupada. Di unos pasos más, aceleré mi caminar, y con eso oí que aquello que me seguía iba más rápido también.

El terror recorrió mi cuerpo cuando oí que estaba más cerca de mí, cuando sentí la presencia justo detrás mío, me giré con rapidez. No había nada, ni nadie.

¿Acaso estaba paranoica?

No, lo había oído perfectamente. Lo había sentido justo detrás de mí.

Mi respiración estaba acelerada y era ruidosa, mi corazón latía rítmicamente, los latidos llenaban mis oídos con fuerza, parecían tambores en una orquesta.

Cuando mi cuerpo giró un poco, intentando seguir con mi camino, sentí un toque en mi hombro izquierdo. El pánico me invadió y mi reacción fue inmediata; alcé el brazo con mucha fuerza, oí el crujir de algo cuando golpeé lo que parecía ser el rostro del desconocido. Tomé mi daga, puse mi brazo sobre el cuello de aquel tipo, el cual era mucho más alto que yo y posicioné la daga sobre la piel de su cuello mientras ejercía fuerza.

En la espesa oscuridad no observaba al tipo que ahora estaba frente a mí, a escasos centímetros de mi rostro. La linterna yacía en el pasto, alumbrando unos cuantos arbustos secos.

-¿Por qué me sigues? - pregunté, evitando que mi voz suene miedosa.

Un ronquido salió de mi "oponente", sentí un líquido caer en mi brazo desde lo que parecía ser su nariz.

De pronto el fuerte olor de su colonia y cigarrillos inundó mis fosas nasales, haciéndome fruncir el ceño enseguida. La conocida colonia que olía a muchos cientos de dólares y la gran altura hicieron que una sola pregunta saliera de mi boca de manera automática.

-¿Nicolás?

Sentí como intentaba asentir y trataba de pronunciar un «ajá» sin éxito.

Quité mi brazo rápidamente y escuché como respiraba por la boca mientras emitía gemidos de dolor.

Recogí la linterna y lo alumbré, lo evalué por completo, como si no fuera real. Su gabardina violeta estaba manchada con algo de sangre. Seguía pasmada cuando él me vio y habló:

-Tu cuerpo es muy pequeño como para almacenar tanta fuerza - mencionó con una voz nasal.

Ahí entré en razón y me acerqué a él rápidamente.

-Lo siento mucho - dije mientras alzaba su cabeza un poco y veía su nariz golpeada, hice una mueca de dolor ajeno y mordí mis labios preocupada, sentía su mirada.

-No te preocupes - dijo apenas, mientras sostenía su nariz con dolor.

Mi mano se apartó de su cara, en el proceso rozó su mejilla. Manteníamos un fuerte contacto visual, cuando lo noté sacudí la cabeza con fuerza y di un paso atrás mientras fruncía el ceño.

Sé mi peligroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora