Capítulo 18

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Ambar Becket

Tenía la cabeza hecha un revoltijo de emociones y pensamientos. Todo se estaba yendo a la mierda.

¿Qué pasaría con mi vida?

No tengo la mínima idea, pero me moría de miedo. Aquellas palabras de papá me habían dejado un mal sabor de boca.

"Vamos a regresar a Vancouver y tú y la perra de tu madre se van a disculpar con el idiota de Mike"

Aquellas palabras quemaban demasiado, tal como una quemadura en mi corazón.

Damián tocó el timbre, emitiendo un sonido que me regresó a la realidad. Lo miro, al sentir mi mirada imita mi actuar, causando un contacto visual bastante tenso entre ambos.

Rasco mi muñeca y suspiro, para, acto seguido, formar una sonrisa en mi rostro. Tan genuina como las anteriores.

-No debes sonreír si es que no quieres - me habla Damián, yo lo miro con una leve sonrisa.

-Quiero sonreír - menciono - tal vez eso me haga olvidar lo que está pasando - hago una pausa, mi sonrisa decae levemente - al menos por ahora - mi sonrisa vuelve a crecer y miró al frente.

Siento la mirada de Damián en mí, lo miro de reojo, este me mira con extrañeza sobre humana, como si tuviera tres ojos y una lengua en la frente. Como si fuera un espécimen de laboratorio y muy extraño.

Cuando Damián está apunto de hablar, la puerta de la gran propiedad se abre. Mostrando a un muchacho delgado, muy joven y vestido de traje. Su espeso cabello negro cayendo levemente sobre su frente, su piel blanca. Su mirada fija en el suelo.

Fruncí el ceño a la correa dorada que adornaba su pálido cuello. Una expresión dócil en su fino y delicado rostro.

-Señor Damián - saludo el joven, haciendo una especie de reverencia - usted debe ser la señorita Ambar - me habla, su tono de voz suave e inocente.

Lo miro con curiosidad.

-Si, soy yo, mucho gusto - digo con energía y extiendo la mano en un amigable saludo.

El joven alza la vista levemente y se abre camino, sin corresponder mi saludo.

Mi sonrisa decae un poco, formándose en una sonrisa algo triste.

-Adelante, por favor, el señor Poe los espera en el patio - menciona - síganme por favor - dice, caminando lejos de la puerta.

Ambos entramos, la puerta cerrándose detrás de nosotros, haciendo que dé un salto.

-¿Qué está pasando? - le pregunto a Damián en un susurro mientras caminamos, siguiendo al joven.

-Nada - dice con normalidad.

-Mmm - pienso un poco - bueno - decido no indagar en el tema. No quiero o incomodar a nadie con mis preguntas fuera de lugar.

El interior de la casa era inmenso, blanco, perfectamente decorado. Había un par de pasillos que se extendían hacia otros lados y una larga y moderna escalera en forma de caracol que llevaba al segundo piso.

Era una hermosa decoración. Pero mientras caminaba y veía todo un fuerte destello de mi pasado me llegó a la mente.

Mi cabeza prácticamente explotaba al ver la edificación a mi alrededor.

-Wow - emití extasiada por la gran decoración y su estructura.

Las grandes paredes blancas y limpias, grandes sogas en la sala, lámparas modernas y hermosas colgando del techo. Una gran y moderna escalera que llevaba al segundo piso.

Sé mi peligroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora