Capítulo 2

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Departamento de Margaret Evans

285 de la calle 110 oeste, Frederick Douglas Circle,

Viernes 3 de abril de 2020, por la tarde.

Archie Cameron se estacionó frente a Circa Central Park, un edificio de departamentos lujosos. Se pasó la mano por el cabello ondulado y castaño y caminó hacia la entrada. No sabe porqué aceptó comer con su ex amante esa bonita tarde de abril. Federico los dejó ir temprano por ser viernes, por eso pudo aceptar comer con Margaret.

Subió al piso donde vive la mujer y caminó por el pasillo para tocar el timbre del departamento 9. Ella le dijo que no llevara nada para comer, que se encargaría de todo y no se preocupara. La puerta se abrió, dejando ver a una hermosa mujer ataviada en un vestido elegante color morado, el cual le sentaba muy bien.

—Hola Archie.

El hombre se quedó sin aliento al verla. No es mucho de quedarse sin palabras, es un coqueto con las mujeres, pero Margaret tiene una belleza que hace que sus piernas parezcan de gelatina.

—Hola. Te ves bien. — dijo después de salir de su ensoñación.

La besó en la mejilla y Margaret lo dejó pasar al lujoso departamento. La sala de estar estaba a mano izquierda y el comedor al fondo, el cual ya estaba lleno de platos y copas de vino blanco.

—Me alegra que hayas aceptado mi invitación. De alguna forma, quería arreglar las cosas entre nosotros para quedar en buen término.

Archie la siguió al comedor. Observó en la sala de estar el balcón con un ventanal abierto, dejando entrar la brisa fresca de la tarde. Habían unas macetas con plantas de todo tipo. Sabe que a Margaret le gusta mucho la jardinería; él mismo le regaló muchas flores cuando la estaba cortejando y seduciéndola.

—Comeremos salmón. Espero que te guste.

—Sabes que el pescado me encanta. — le dijo con una sonrisa.

Margaret sonrió y desapareció por la cocina para ir por la bandeja con el salmón y los demás condimentos para la ensalada. Dejó todo en la mesa y le pidió a Archie que abriera la botella de vino blanco en lo que ella veía unas cosas para el postre.

Archie sirvió el líquido en las copas y esperó a que Margaret regresara para sentarse. La comida se veía exquisita.

—Por favor, siéntate.

Los dos se sentaron en la mesa y se sirvieron ensañada. Él estaba un poco tenso al principio, pero el ánimo y la tranquilidad de la mujer le dieron valor para contarle cómo iban los ensayos en la obra. Ella también es una actriz que trabajó en Nóbile & Nolan con Archie, pero se retiró de la actuación y ahora es una bailarina en el Ballet de la Ciudad de Nueva York. Se notaba en su cuello largo y en su espalda recta al estar sentada. Era la elegancia personificada. Aunque siempre ha sido así, desde que Archie la vio por primera vez.

—Ojalá vayas al estreno. Federico ha puesto todo su empeño en innovar Hamlet y hacerlo más dinámico y sin tanta monotonía de los diálogos. La música de la orquesta hace una gran diferencia. Prácticamente tendremos ambientación musical en todas las escenas y nuevos efectos especiales, lo que acentuará la intensidad de cada acto.

Margaret se limitó a sonreír y agarrar su copa para tomar un trago de vino. Archie tamborileó los dedos en la mesa y carraspeó.

—Escucha... lo que pasó antes... de verdad estoy muy arrepentido. No quise hacerte sentir así.

Su tono era de arrepentimiento, pero los dos son actores experimentados. Margaret suspiró.

—Supongo que esa es tu naturaleza, querido Archie. No puedes no andar tras un nuevo trasero cada mes.

Las mejillas de Archie se sonrojaron y se sintió avergonzado. Margaret siempre ha sido directa a morir.

—Tienes todo el derecho de estar furiosa conmigo. Lo que hice... bueno, no fue nada ético. Solo quisiera que volviéramos a ser amigos.

—Oh, Archie. Nunca fuimos verdaderos amigos. Esas no fueron tus intenciones desde el principio.

Los dos se quedaron en silencio. Él observaba su plato vacío con el ceño fruncido. Le molestaba un poco que fuera tan directa y cruel.

—¿Entonces por qué me invitaste?

Margaret alzó la barbilla con gesto orgulloso. Esbozó una sonrisa.

—Para hacer las paces —contestó con dulzura—. A pesar de lo que hiciste, me la pasé bien contigo. Quisiera que estuviéramos en buenos términos. Neutrales. ¿Crees que podremos hacerlo?

Archie frotó su cuello y la miró de reojo. Sigue deseándola, y de alguna manera, le tiene afecto y le atrae su personalidad. Pero sabe que la lastimó; nunca olvidará la discusión que tuvieron cuando Margaret descubrió que la engañó. Ella quería matarlo, y lo hubiera podido hacer de haber tenido algo a la mano. Margaret no olvidará fácilmente el error que cometió. Estando enojado y en plena discusión, Archie argumentó que ellos dos no eran nada formal como para que ella le reclamara, pero eso sólo empeoró la furia de Margaret. Le dio una bofetada y le dijo que era un maldito insensible y manipulador.

Aún le duele la mejilla de aquel golpe, pero no pudo negarse a su petición. De alguna forma, podría arreglar bien las cosas con ella y tratar de volver a ser pareja.

—Sí. Podremos hacerlo.

Margaret sonrió de lado y estrechó la mano de Archie. El ambiente ya no se sentía tan tenso. Él continuó hablando sobre Hamlet. Sueña con que ya sea el día del estreno, pues sabe que cautivarán a todas las personas que asistan a ver la obra.

—Por cierto, Harlan se tiñó el pelo de rubio por petición de Federico. Se ve muy extraño y estúpido.

Los dos se rieron.

—De hecho, hoy hablé con él en los camerinos. Nada especial. Una conversación de hombre a hombre.

Margaret le contó sobre las próximas presentaciones que tendrá cuando acaben sus pequeñas vacaciones. La directora del ballet quiere llevar al escenario el ballet de El Cascanueces para navidad. Margaret opina que podrían hacer otros ballets que no sea el mismo de siempre, sin embargo, no tenía mucho poder de opinión. Cuando se terminaron la botella de vino, Margaret se levantó y se volteó para ir a la cocina, no sin antes ver por el rabillo del ojo a Archie observando su trasero.

Regresó con dos copas de helado de vainilla con Ferrero Rocher. Dejó una copa frente a Archie y él la miró sorprendido.

—Wow, nunca había visto un postre con los chocolates enteros.

—Yo misma lo inventé. Espero que lo disfrutes.

—Sabes que me fascina el chocolate.

Margaret sonrió y asintió. Comenzaron a comer y él estaba muy complacido con el sabor de los chocolates combinados con el helado de vainilla. Era un postre gourmet verdaderamente exquisito. 

Muerte al Príncipe de DinamarcaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora