Capítulo 4

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Washington D.C.

Sábado 4 de abril de 2020

Los hermanos Frye llegaron a Washington después de otras dos horas de viaje y otra parada en Baltimore para cargar gasolina e ir al sanitario. Hace mucho que Orion no visitaba su ciudad natal, y estaba contento de regresar.

La casa de los Frye estaba en el codiciado barrio Foxhall, un bonito lugar conocido por sus colinas onduladas, árboles maduros y casas lujosas, incluida la del fiscal de distrito Edward Frye. Charlotte manejó por la ciudad hasta la calle Dunmore. Estacionó la Jeep en la entrada principal de la casa, la cual estaba ubicada en una esquina.

—¡Al fin en casa! — exclamó Catherine.

Los tres bajaron del auto y recogieron sus respectivas maletas. Orion observó el camino empedrado de la entrada, rodeada de árboles y arbustos bien cuidados por el hábil jardinero de la familia. Se podía apreciar el balcón del segundo piso sobre el arco de entrada. Caminaron hacia la puerta, la cual estaba siendo abierta por una hermosa mujer. Mary Jane Frye.

—¡Mamá!

Catherine corrió para abrazar a su madre, quien sonrió ampliamente con los ojos llorosos al ver a sus hijos.

—Me alegro de que los tres ya estén aquí.

Charlotte y Orion también saludaron afectuosamente a su madre. Entraron al vestíbulo de la planta baja, donde se apreciaban las elegantes escaleras que conducen a la primera planta. De niño, a Orion siempre se le ocurría que aquella casa sería una escena del crimen muy interesante de investigar; llena de habitaciones y ventanales por todos lados, que darían fácil acceso al interior. Bien podría ser la escena de Y No Quedó Ninguno de Agatha Christie, uno de sus libros favoritos. Siempre se imaginaba a los ocho personajes de la novela entrando a la casa a disfrutar de una inocente cena para posteriormente ser asesinados uno por uno. Descubrir al asesino entre ellos se convertiría en su principal objetivo para sobrevivir.

Dos de las chicas del servicio aparecieron para subir las maletas a las habitaciones de la primera planta. Mary Jane los guió a la sala de estar, donde Edward estaba leyendo en su tableta.

—Querido.

El fiscal alzó la cabeza, y al ver a sus hijos, sonrió ampliamente. Se levantó del sillón blanco y abrazó a Catherine primero, pues no la ha visto en mucho tiempo.

—Te eché de menos, hija.

—Y yo a ti papá.

Catherine es la que más se parece a Edward Frye. Tiene sus ojos cafés y el cabello ondulado y castaño, solo que el de su padre ya tenía canas en las sienes. Abrazó a Charlotte, quien le dio un beso en la mejilla. Vio a Orion y éste sonrió.

—Hola papá.

—Ven aquí.

Su padre lo abrazó con afecto. Orion era unos centímetro más alto que Edward.

—¿Cómo va todo? — le preguntó dándole unas palmaditas en el cuello.

—Todo en orden. — contestó sonriendo de lado. Recordó entonces que hace unos meses, Jonathan Baker mencionó a su padre. Tal vez le pregunte cuando estén solos.

—Orion, ¿qué te pasó en el brazo?

Mary Jane se acercó y agarró el brazo de su hijo, viendo la cicatriz reciente con horror. Orion se había olvidado que llevaba puesta una camiseta. «Debí ponerme la chaqueta antes...»

Muerte al Príncipe de DinamarcaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora