Aeropuerto Internacional John F. Kennedy.
Viernes 3 de abril de 2020
Ver de nuevo el concurrido aeropuerto de Nueva York le producía a Catherine Frye una sensación de calidez que la invadió desde que pisó tierra al salir del avión. Se sentía en casa. La terminal 4 de llegadas internacionales estaba llena de turistas extranjeros de todos los países, algunos de ellos, habían viajado en el avión procedente de Londres con Catherine. Esperó pacientemente para recoger su equipaje a lado de una pareja de japoneses que leían un diccionario y hablaban rápidamente en su lengua. Sacó su celular y mandó un mensaje al grupo donde están ella y sus hermanos, diciéndoles que ya estaba en el aeropuerto y que estaba emocionada por verlos al día siguiente. Adjuntó una selfie sonriendo.
Distinguió su maleta roja después de unos minutos esperando. Pidió permiso a un hombre que estaba frente a ella y se inclinó para agarrar su equipaje. Acomodó bien su bolso en el hombro y sacó la empuñadura de doble barra de la maleta para empujarla por el pasillo hacia las rampas para bajar al vestíbulo principal del aeropuerto. Agradeció que la enorme maleta tuviera cuadro rueditas, pues estaba demasiado pesada; llena de ropa, zapatos y recuerdos de Europa para su familia.
Bajó junto con los demás pasajeros hacia el vestíbulo, el cual estaba lleno de gente esperando a sus familiares o a sus amigos. Catherine caminó entre la gente, buscando a su amigo Harlan van Dann, quien prometió que iría a recogerla.
—¡Cate!
La mujer volteó y vio al apuesto y elegante Harlan haciéndole señas con su mano mientras se acercaba a ella. Catherine sonrió y corrió hacia él para abrazarlo.
—Que raro te ves con el cabello rubio, Harly.
Harlan se rió y la tomó de los brazos. Tenía el cabello largo hasta el cuello teñido de rubio para la obra de Hamlet. El director quiso que se pintara el cabello para que asemejara más al príncipe noruego Fortinbras.
—Todo sea por el show, querida —la observó con una sonrisa de atontado—. Estas hermosa, Cate.
Catherine sonrió y le dio unas palmaditas en la mejilla.
—Agradezco los cumplidos.
—Te extrañé mucho.
Harlan se inclinó para darle un beso en la mejilla. Catherine soltó una risita nerviosa y miró su equipaje distraídamente, tratando de ocultar su sonrojo.
—Yo igual te extrañé.
La rodeó con el brazo y los dos salieron del aeropuerto. Harlan llevaba arrastrando la maleta mientras le contaba a Catherine sobre los ensayos para la obra.
Harlan cargó la maleta y la metió en la cajuela de su auto.
—¿Traes todos tus vestidos renacentistas de Julieta acaso? — preguntó con diversión.
—Traigo de todo. Recuerdos, ropa, zapatos, vestidos, y sí, el vestido de Julieta.
—¿Es en serio? — preguntó incrédulo.
—Claro que no, tonto.
Hablaron largo y tendido durante su recorrido de Queens a Manhattan. Catherine le contaba que la temporada en Reino Unido con la compañía en la que trabaja fue todo un éxito. Las entradas agotadas en tan solo un día, el tour maratónico que dieron por todos los teatros del país y el público británico aplaudiendo su interpretación de Lady Macbeth.
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Muerte al Príncipe de Dinamarca
Mystery / Thriller"¡Muerte al Príncipe de Dinamarca! Que este heraldo anuncie el final del hombre, que por la ponzoña de mi hoja será enterrado" Broadway se viste de luto al perder a uno de sus actores más queridos. Archie Cameron, un actor aclamado por el público y...