Capítulo 6

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Teatro Majestic, calle 44 oeste.

Lunes 6 de abril de 2020.

Se alza el sonido de las campanadas de las doce de la noche. El sonido retumba en todo el teatro gracias a las nuevas bocinas adquiridas. Una maravilla, según Federico Nóbile, el único hombre sentado en el mezzanine del Teatro Majestic. En el fondo del escenario, se apreciaba la fachada de un castillo, el castillo de Elsinor. La luces iluminaron al único actor en escena, un guardia real llamado Bernardo, interpretado por el joven actor Albert Lauren, quien pronto suplantaría a Francisco. Caminaba por el escenario, el cual simulaba la explanada del castillo.

—¿Quién vive?

—¡Alto, responde tú e identifícate! — otro guardia real apareció en la escena, con el mosquete en alto, apuntando al pecho de Bernardo.

—¡Viva el rey!

—¿Bernardo? — Francisco, interpretado por Nathan Pittack, bajó el arma.

—El mismo.

La gran innovación de la obra se centraba en los efectos especiales, los sonidos ambientales, y por supuesto, la orquesta, situada debajo del escenario donde la primera escena del primer acto se estaba llevando a cabo. Nóbile sonrió satisfecho con lo bien que quedaba la música ambiental acorde a la escena. Era placentero, como estar viendo una película en vivo. Otros dos hombres entraron a la escena y se identificaron; Marcelo y Horatio, este último, el mejor amigo del príncipe Hamlet.

Contaban las extrañas apariciones de un fantasma estando los soldados en guardia, cosa que les parecía escalofriante.

—Anoche —comenzó Bernardo—, cuando ese astro al occidente de la estrella polar iluminaba esta región del cielo donde ahora fulgura, Marcelo y yo, al dar la una...

Un estruendo y la música de suspenso llevada a cabo por la sección de cuerdas, hizo sobresaltar a los tres actores. Un humo verdoso apareció en el escenario, y sobre el mismo, un hombre pálido y de aspecto fantasmal.

Víctor Nolan interpreta el papel del fantasma del difunto rey Hamlet. Nóbile se inclinó en su asiento para ver mejor a su socio y a escuchar el diálogo restante de los tres hombres.

—Andrea —llamó a su asistente por el walkie talkie—. Ven al mezzanine.

—Enseguida.

Después de unos momentos, la señorita Andrea Trahan apareció por la puerta del mezzanine. Bajó los escalones rápidamente para llegar junto a su jefe. La mujer rubia y regordeta se sentó a lado de él y lo miró expectante.

—¿Ya llegó Archie? — le preguntó Nóbile sin quitar la vista del escenario.

Andrea se mordió el labio inferior y negó con la cabeza.

—Aún no, señor Nóbile. Pasé por los camerinos y no hay señales de él. Harlan tampoco ha llegado.

—Bah, por él no nos preocupemos ahora. Sus escenas son hasta el final. Pero necesito a Archie ahora, ensayaremos sus apariciones. ¿Joseph está listo para aparecer?

Nóbile & Nolan podría considerarse una empresa familiar. El hijo mayor de Federico es el actor principal de la obra, Hamlet. Nolan igual tiene a su hijo Julian trabajando para la compañía, o más bien, incitado por Federico para hacer un negocio más confiable entre ellos. Joseph Nóbile es un joven con talento, al igual que su padre cuando actuaba antes de dedicarse a ser director.

El chico es su orgullo y quiere que interprete a Hamlet de manera perfecta.

—Sí, ya esta listo. Pero Archie...

—Sé que Archie no esta —la interrumpió alzando su mano—. Trata de llamarlo. Y si no te contesta, ve por él a su casa y tráelo aunque tengas que arrastrar a ese lujurioso perezoso.

Andrea asintió y se levantó del asiento para bajar a la zona de la orquesta. Sacó su celular y marcó el número de Archie Cameron. La línea marcaba, pero él no contestaba. Resopló frustrada y volvió a marcarle; no quiere que Federico Nóbile se enoje, porque cuando lo hace, llega a ponerse déspota con los demás y a hacerlos ensayar hasta el cansancio.

Al no tener respuesta, miró al escenario totalmente diferente de la primera escena. Ahora representaban a la cámara del consejo del rey dentro del castillo de Elsinor. La obra es el proyecto más ambicioso de la compañía, y todos esperan que tenga éxito y reciba la crítica que se merece. Maldijo en voz baja y sacó el walkie talkie.

—Señor Nóbile, Archie no contesta. ¿Voy por él?

—Sí. Rápido. Por el momento, podremos ensayar sin él.

—Entendido.

Andrea se levantó y caminó hacia una de las puertas de salida para bajar al lobby principal del teatro. Cruzó la estancia a toda prisa y abrió la puerta de cristal. Por fortuna, un taxi amarillo se acercaba por el oeste. Alzó el brazo para llamar su atención y el auto se detuvo frente a ella.

—Al 119 de la calle 35, en Murray Hill, por favor. — le dijo Andrea al conductor cuando entró al auto.

El conductor pareció notar la urgencia de Andrea, pues recorrió Midtown Manhattan a toda velocidad. Entraron a la calle donde vive Archie y ella respiró aliviada. Le pagó al conductor y se bajó. Subió los escalones de entrada y tocó el timbre, esperando y rezando porque respondiera rápido. Que solo se hubiera quedado dormido por tomar mucho el día anterior.

Andrea se cruzó de brazos y tocó el timbre de nuevo, insistentemente. Bajó los escalones y observó la casa marrón de tres pisos, típica del Nueva York del siglo XIX. No quería gritar su nombre, pues de vez en cuando pasaban transeúntes y no deseaba humillarse en público. Le marcó de nuevo y volvió a tocar el timbre, pero Archie no respondió.

No tuvo más remedio que hablarle a su jefe.

—¿Qué pasa? ¿Ya vienen en camino? — contestó Nóbile.

—No, señor. Archie no responde y nadie me abre.

—¡Maldita sea! —Andrea alejó el celular de su oreja—. ¿Por qué diablos hace esto? ¡Estamos a días del estreno!

Andrea se quedó callada. No sabía qué decirle.

—Voy para allá. Le hablaré a su casera para que nos de una llave.

Después de media hora, Nóbile apareció con la casera de Archie, una anciana refinada y nada contenta de que la interrumpieran un lunes por la mañana. Nóbile estaba igual de enojado que ella.

—Ya me oirá ese cabrón... — murmuró Nóbile en lo que la casera abría la puerta con su llave maestra.

Los tres entraron a la casa. Había un olor muy fuerte proveniente del primer piso. Nóbile subió las escaleras rápidamente, y sin darse cuenta, pisó algo viscoso y con muy mal olor. Era vómito. Le vino una arcada y tuvo que taparse la nariz y boca con ambas manos.

—Dios mío. — Andrea observó la inmundicia en el suelo e igual sintió náuseas.

Caminaron hacia el cuarto, el cual estaba entreabierto. De ahí provenía el fuerte olor, más que el del pasillo. Nóbile abrió la puerta con una mano, sin quitar la otra de su rostro, y todo el enojo que sentía dio paso al horror y al miedo que sintió al ver a Archie Cameron ahogado en su propio vómito. 

Muerte al Príncipe de DinamarcaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora