Capítulo 33

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—¿Ahora qué hacemos?

Orion miró su libreta. Aún faltaba volver a hablar con Víctor Nolan, pero también necesitaban hablar con Margaret Evans de nuevo.

—¿Podrías encargarte de ir con Margaret Evans? Yo me quedaré a hablar con Víctor Nolan.

Hestia asintió decidida.

—Llévate mi auto —sacó las llaves del interior de su chaqueta y se las dio—. Veré qué puedo sacarle a Nolan.

Su compañera le deseó suerte y se fue por donde entraron. Orion caminó hacia el camerino que ponía el nombre de Víctor Nolan. Tocó la puerta varias veces, pero nadie respondió. Giró el picaporte, pero tenía llave. Maldijo en voz baja y se dio la vuelta para caminar hacia las escaleras que dan al escenario detrás del telón. Se asomó. A lo lejos, en las butacas, Harlan van Dann hablaba con otro de los actores. Orion vio su vestimenta. En el escenario, estaban representando una de las escenas cuando Hamlet mata a Polonius, el padre de Laertes. Erika Naler ya estaba ahí, totalmente recompuesta del interrogatorio. «Sí que es una actriz.»

No vio a Nolan por ninguna parte. Se volteó para regresar al pasillo de los camerinos, pero chocó con alguien más pequeño que él. Bajó la vista y vio a un chico de unos 10 años.

—¿Quién es usted? — le preguntó el chico con curiosidad.

—Lo siento —Orion le sonrió, aunque se sentía nervioso de que el niño lo delatara—. Buscaba a Víctor Nolan, ¿no sabes en dónde está? — le enseñó disimuladamente su placa dorada.

El chico rascó su cabeza.

—La verdad es que lo estaba espiando —confesó el chico. Orion alzó la ceja—. Está en el camerino de Julian. Hablaba con alguien en voz alta y parecía molesto y nervioso.

Orion revolvió el cabello del chico y sonrió.

—Gracias. ¿Cómo te llamas?

—James Nóbile.

«Así que es hermano menor de Joseph.»

Orion caminó hacia el camerino de Julian. Colocó su oreja junto la puerta para ver si escuchaba algo, pero no había ruido. Tocó la puerta tres veces.

—Adelante.

Al abrir la puerta, Orion vio a Víctor Nóbile sentado frente al tocador de su hijo. Tenía el celular en la mano y se veía algo ansioso.

Víctor vio a Orion y tragó saliva disimuladamente. Guardó el celular y se levantó de la silla, con el ceño fruncido.

—¿Qué hace aquí, detective?

—¿Cómo está su hijo, señor Nolan? — le preguntó amablemente.

—Sigue en el hospital —contestó—. Está en tratamiento.

—¿Determinaron qué fue lo que lo intoxicó?

Víctor le sostuvo la mirada, evaluando a Orion, al igual que el detective lo evaluaba a él. Al final, el actor apartó la mirada y rascó su cabeza.

—No, aún no lo averiguan.

Orion alzó la ceja.

—¿Sabe lo que es la ricina?

—No. — volvió a apartar la mirada.

—¿Y el cianuro?

Víctor frunció el ceño.

—Claro que sé qué es el cianuro. ¿A qué viene todo esto?

Orion sonrió de lado y le restó importancia con la mano. Guardó su libreta y lo miró a los ojos.

—Lamento la molestia, sólo quería saber cómo se encontraba su hijo. Espero que se mejore, es un buen chico.

Nolan lo miró sin ninguna pisca de amabilidad.

—Por favor, retírese, necesito practicar mis diálogos.

—Con permiso, señor Nolan. 

Muerte al Príncipe de DinamarcaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora