Capítulo 15

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Departamento de policía, precinto 25,

Jueves 9 de abril de 2020.

La estación de policía estaba agitada. Más que otros días. Orion llegó temprano, encontrándose a Hestia en los elevadores. Otros detectives estaban recibiendo a varias víctimas para interrogarlas, incluso habían varios oficiales llevando a las salas de interrogatorio a algunas personas esposadas. Los detectives entraron al laboratorio del precinto, donde Erick Newman ya tenía un nuevo cuerpo que analizar.

—Buenos días Erick. — lo saludó Orion.

Erick asintió y dejó una libreta sobre la mesa. Le dio indicaciones a su asistente y el joven cubrió el cuerpo sobre la mesa metálica y salió rápidamente del laboratorio.

—Lo siento. Al parecer todos los cuerpos de las víctimas decidieron aparecer en la noche. No he parado.

Orion notó que su compañero tenía ojeras pronunciadas bajo los ojos. Se compadeció de él, pues sabe lo que significa no poder descansar bien por el trabajo.

Erick rebuscó entre una gaveta y sacó una carpeta azul, la cual extendió a Orion y Hestia.

—Todos los resultados que nos mandaron los del Laboratorio Toxicológico están ahí.

Hestia tomó la carpeta y la abrió.

—¿Ricina? — leyó Orion.

Erick asintió y se sentó en una silla, soltando un quejido por el cansancio.

—Antes de leer los resultados, sabía de la existencia de esa planta, pero no sobre sus propiedades o lo que pueda pasar si se ingiere. Hice mi investigación y resulta que la ricina es una semilla tóxica, uno de los venenos naturales más potentes que existen en el mundo. Se extraen de la planta llamada ricino y tienen forma de frijoles. Su consumo inhalado puede causar fallos respiratorios, por lo que se podría usar como un arma si se suelta una gran cantidad en el ambiente. Sin embargo, sus consecuencias son más serias si se ingiere. Depende mucho del cuerpo, claro está. Pero las consecuencias son las mismas que las que presentó el señor Cameron —miró hacia la mesa se autopsias y suspiró—. Al análisis lanzó un resultado de un porcentaje elevado de ricina en su organismo.

Orion se cruzó de brazos, procesando la información que les dio el doctor Newman. Nunca había escuchado hablar de esas plantas, a pesar de que su madre es amante del mundo botánico. Miró a su compañero.

—¿En cuántos días pueden presentarse los síntomas?

—Tres días. Cuatro si se tiene suerte.

—Por lo que se envenenó tres días antes de su muerte. El viernes 3 de abril. — comentó Hestia extendiéndole la carpeta a su compañero.

—Es lo más seguro. Lo que reduce el número de sospechosos a dos —Orion agarró la carpeta y le dio una leída rápida—. A menos que alguien más conviviera con Cameron ese día y se nos esté escapando.

Los dos detectives agradecieron a Erick por la ayuda brindada. Se despidieron de él para dejarlo trabajar en los cuerpos que tiene que diseccionar para su análisis.

—Creo que lo que debemos hacer primero es investigar en dónde conseguir esa planta. — señaló Hestia mientras se sentaba frente a Orion.

La mesa estaba llena de papeles sin leer y algunos reportes incompletos. Orion los acomodó en una pila para poder tener espacio.

—Lamento el desorden...

—Soy igual o peor, créeme.

Su compañero sonrió de lado.

—Tienes razón. Antes de hacer nada, averigüemos dónde conseguir esa planta, la cual debe ser exótica. Me imagino que no en todos los lugares se consigue —sacó su celular y se levantó de la silla—. Ahora vengo. Hablaré con mi madre. Es aficionada a las plantas.

—Está bien. Yo buscaré en la computadora florerías o invernaderos donde vendan la planta.

Mary Jane Frye contestó rápidamente el teléfono.

—¡Orion!

—Hola mamá, ¿cómo estás?

—Muy bien. Me agarraste antes de salir a desayunar con tu padre. ¿Todo bien? ¿Cómo están las chicas?

—Están bien. Vi a Cate ayer —Orion miró el reloj de su muñeca—. No te quito más tiempo. Sólo quería preguntarte si sabes dónde venden una planta llamada ricino.

Su madre se quedó un momento callada.

—Hmmm, nunca he visto una en persona.

—¿Pero sabes cuál es?

—Claro. Es una planta arbustiva, de la cual florecen unos frutos redondos cubiertos de púas. Sus semillas son una toxina natural. Pero... me temo que no sé en dónde se venden. Sólo las he visto en libros. Aquí en Washington no hay invernaderos que las vendan que yo sepa.

Orion rascó su cabeza y suspiró.

—Está bien... no te preocupes. Gracias de todos modos, mamá.

—¿Por qué preguntas?

—Es... parte de un caso en el que estoy trabajando.

—Oh... bueno... si necesitas algo más, no dudes en llamarme. Mándale saludos a tus hermanas. Te quiero hijo. Cuídate.

—Yo igual mamá, hasta luego.

Después de colgar, se guardó el celular en el bolsillo del pantalón. Sabe que su madre es muy aprehensiva con él trabajando como detective y se preocupa demasiado. Ama a su mamá, pero Orion quisiera que dejara de pensar en su seguridad a cada rato y se mostrara en desacuerdo con su trabajo.

Salió de los vestidores y caminó hacia la mesa, donde Hestia estaba leyendo un artículo en la computadora.

—¿Encontraste algo?

—Sí —Hestia giró la pantalla—. Al parecer no es muy común encontrarlas a las ventas, pues se dice que son plantas invasivas y pueden dañar a otras plantas. Pero encontré una tienda en Brooklyn que las ofrece. A un alto precio, pero sí las venden. ¿Tuviste suerte con tu mamá?

Orion negó con la cabeza y se sentó frente a su compañera.

—Conoce la planta, pero no sabe en dónde podrían venderla. Usaremos lo que encontraste.

—¿Crees que Cameron haya comprado la planta? — preguntó Orion.

—No lo creo. Pero iré a su departamento, para ver si se nos pasó algo.

Hestia asintió.

—Yo iré al invernadero en Brooklyn.

Los detectives se levantaron para salir del precinto e ir a los lugares que decidieron para seguir con el caso. 

Muerte al Príncipe de DinamarcaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora