Capítulo 34

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Departamento de Margaret Evans

285 de la calle 110 oeste, Frederick Douglas Circle,

Martes 14 de abril de 2020.

Mientras Orion hablaba con Víctor Nolan, Hestia llegó al edificio donde vive Margaret Evans. Se pregunta cuánto ganará una bailarina de ballet como para vivir en un lugar así.

Tocó el timbre y esperó pacientemente. La puerta se abrió y Margaret asomó la cabeza. Al ver a Hestia alzó las cejas.

—Hola señorita Evans, soy la detective Rees.

—¿Qué necesita?

—Quiero hacerle unas preguntas respecto al caso. ¿Podría dejarme pasar?

Margaret observó por un momento a Hestia, quien mantenía una sonrisa un poco fingida en la cara. Miró hacia el pasillo, como buscando a alguien.

—Mi compañero está en otro lado. — le dijo Hestia, adivinando su pensamiento.

Sin decir nada, Margaret abrió la puerta y dejó entrar a Hestia, quien le sonrió al pasar junto a ella. Miró el departamento con curiosidad y colocó sus manos detrás de la espalda.

—¿En qué puedo ayudarle? — Margaret caminó hacia el sillón y se sentó con elegancia.

—Supongo que está enterada que arrestamos a Harlan van Dann hace unos días.

—Sí.

Hestia miró a Margaret.

—Oiga, cuénteme un poco más de su relación con Archie Cameron. ¿Fue buena?

Margaret alzó una ceja. Se acomodó en el sillón y miró hacia el cuadro de la bailarina que tiene en la pared.

—Me divertía con él. Supongo que la relación fue buena mientras duró. Archie no era un caballero como tal, pero no podía pedir más.

Hestia miró hacia el balcón. Dio unos pasos hacia ahí y sonrió de lado al ver una planta que se le hizo conocida.

—¿Era celosa con él?

Al no tener respuesta de Margaret, se volteó y la miró. La bailarina la veía con frialdad.

—Celosa no.

—¿Qué hizo cuando descubrió que él comenzó a salir con otra de las actrices de la compañía?

A pesar de la pregunta, Margaret se mantuvo tranquila y siguió mirando a Hestia sin ninguna expresión en específico. Pero lo que notó la detective, al mirar hacia abajo, es que la bailarina tenía un tic en el dedo, el cual estaba golpeando contra su pierna. Alzó una ceja y regresó su vista a los ojos fríos de la bailarina.

—No soy celosa, porque me considero bella y suficiente. Pero no me gusta que me engañen. — contestó con simpleza.

Hestia se volteó hacia el balcón y sacó su celular discretamente.

—Qué planta tan curiosa, ¿cómo se llama?

Margaret la miró confundida. Se levantó del sillón y se acercó a donde estaba la detective, quien ya había tomado una foto y guardado el teléfono.

—Ah, es una planta exótica. La verdad es que no recuerdo muy bien el nombre.

Hestia sonrió ampliamente y la miró.

—¿Cree que su ex esposo lo hizo?

Margaret se encogió de hombros.

—No sé lo que pasó. Pero si lo arrestaron, fue por algo, ¿no?

La detective asintió y metió las manos dentro de los bolsillos de su abrigo.

—Gracias por su tiempo, señorita Evans.

La bailarina la acompañó hasta la puerta. Hestia se despidió y salió del departamento.

Mientras caminaba hacia el elevador, sacó el celular y miró la foto. Justo lo que creyó. Reconocería la planta de ricino siempre que la mirara.

Muerte al Príncipe de DinamarcaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora