Capítulo 9

23 1 2
                                    

Calle 35, 119 Murray Hill

Martes 7 de abril de 2020.

Los detectives llegaron a la casa de Archie Cameron. Hestia le comentó en el camino que la casa estaría custodiada por un policía para cuidar la escena. Orion vio al joven oficial parado frente a la puerta con expresión ausente. Se acercaron a él y sacaron sus placas, identificándose e informándole que entrarían a inspeccionar la casa del señor Cameron.

Al abrir la puerta, el hedor impregnado de los fluidos les llegó de lleno. Subieron por las escaleras en lo que se ponían los guantes de látex y las mascarillas. La Unidad de Escena del Crimen ya había estado ahí, según les llegó el informe en lo que llegaban a la casa.

—Qué horror morir ahogado en tu propio vómito —comentó Hestia examinando el pasillo. Caminó hacia el baño y abrió la puerta con cuidado—. Debió pasar sus últimas horas tratando de liberarse aquí.

Orion miró sobre el hombro de su compañera y suspiró.

—Vamos a su habitación.

Entraron a la estancia. Habían posters pegados en la pared de distintas obras de teatro, algunos autografiados. Una fotografía de Archie Cameron como Romeo estaba justo frente a la cama.

—Le gustaba verse en mayas apretadas antes de dormir. — Hestia observó la imagen de Romeo con expresión de tristeza. A pesar de que era alguien narcisista, fue un buen actor.

Su compañero soltó una risita. Abrió el buró junto a la cama y rebuscó entre sus cosas. Habían papeles con autógrafos, condones, una llave color plata, entre otras cosas innecesarias para la investigación. Su cama estaba tendida y pulcra.

—¿Algo en el chifonier?

—Negativo —Hestia rebuscaba entre los cajones—. Solo prendas íntimas, ropa casual... etcétera.

Orion caminó hacia el armario, el cual estaba cerrado con llave. Frunció el ceño y se preguntó quién querría cerrar un armario con llave. «Alguien con secretos.» Regresó al buró y agarró la llave que encontró dentro. La miró y se acercó a la cerradura. La verdad es que era un armario muy bonito; de ébano y de un color oscuro muy atractivo. La cerradura hizo un click y las puertas se abrieron de par en par. Dejó la llave sobre la cama y se asomó para ver el interior. Habían trajes de distintas épocas de la historia. Incluso estaba el traje de Romeo que sale en la foto. Abajo, los zapatos estaban acomodados por color y por uso; formales a la izquierda, casuales en medio, y deportivos a la derecha. «Qué maniático...» Abrió los cajones que estaban adentro, donde había más ropa. En el último, sintió el tacto de una libreta de piel. La sacó de entre la ropa.

—Hestia, encontré algo.

Su compañera se acercó. Orion le quitó el seguro al cuaderno y lo abrió. Era el diario de Archie Cameron. Los dos se sentaron en la cama mientras el detective hojeaba el cuaderno.

—Más que su diario... era su colección privada de fotos de chicas...

Encontraron entre las páginas fotos de mujeres semidesnudas, y algunas, completamente desnudas.

—Solo espero que no sean ilegales... — comentó Orion.

—Ya no habría nada que recriminarle de todos modos.

Dejaron las fotos a un lado y siguieron leyendo las páginas. Básicamente, escribía sobre lo que hacía todos los días con lujo de detalle. Su ortografía pulcra era fácil de leer. Contaba sus experiencias acostándose con mujeres, ensayos para Hamlet, actrices que le gustan y que quisiera conocer...

—No puedo creerlo...

Orion tuvo que releer la línea dos veces. El nombre de su hermana Catherine figuraba entre las actrices con las que desearía acostarse.

Hestia vio el nombre y alzó las cejas.

—¿Es tu hermana?

—Sí —pasó la página y suspiró—. No sabía que... no importa.

En las últimas páginas solo hablaba de Hamlet y de lo emocionado que estaba por el próximo estreno. Incluso pegó un panfleto de promoción en la página junto a una nota de la prensa de Broadway.

—Orion, mira, aquí está hablando de Harlan van Dann.

Ese tonto quería hablar conmigo, ¿para qué? Ni idea. Sólo terminamos discutiendo como siempre y con un regaño por parte de Federico. Si quiere hacer las paces conmigo, no funcionará si sigue resentido con lo que pasó. Debería dejar de pensar en eso y seguir adelante, conseguirse una novia y dejar de molestarme de una vez por todas. No recuperará el pasado odiándome. En fin, ya no pensaré en eso. Debo prepararme para ir a comer con Margaret.

—Tiene fecha del viernes 3 de abril. — Orion anotó la fecha y el contenido de la página.

—Entonces en verdad se odiaban —habló Hestia—. Pero... ¿por qué?

—Aquí no lo dice —Orion regresó las páginas, pero no venía la información que querían saber. Incluso el diario parecía ser muy reciente—. Ese mismo día se reunió con esa mujer... Margaret. Tenemos que averiguar también quién es.

—Tal vez y Van Dann sepa algo sobre esa mujer.

El detective asintió y le dio el diario a su compañera. Sintió su teléfono vibrar. Lo sacó del interior de la chaqueta del traje negro y miró la pantalla. Era un mensaje de Erick Newman, el forense del precinto.

—Es Erick. Dice que ya terminó la autopsia de Archie Cameron.

Guardó el celular. Hestia le enseñó la primera página del diario.

—Mira, ahora sé porqué no hay información de la enemistad de ellos dos.

Orion leyó la página:

Este es mi sexto diario. Es increíble que ya vaya en mi sexta libreta desde que el doctor Preston me recomendó documentar todos los días de mi vida. Quemar los otros cinco diarios fue placentero, como liberarme de todo el enojo que a veces sentía día con día. Ahora lo reemplacé con fotos de mujeres bonitas. Puede ser tonto quemarlos, pero soy quisquilloso; no quiero que ningún curioso se entrometa y lea todo lo que escribí.

—Quemaba los diarios porque le daba miedo que descubrieran las escenas eróticas que escribía. — comentó Hestia con algo de mofa.

—Eran sus secretos y se desahogaba escribiendo.

—Por lo que veo de su habitación, probablemente tenía un trastorno obsesivo compulsivo; todo esta en orden y por color. No se diga de la simetría de las imágenes en la pared. Y ese doctor Preston... ¿tal vez sea un psicólogo? A pesar de su personalidad, tal vez lidiaba con algunos problemas.

Orion cerró el diario y se levantó para dejarlo donde estaba. Miró a su compañera.

—¿Qué problemas crees que tenía? — le preguntó con curiosidad.

Hestia se encogió de hombros.

—Con solo ver su habitación deduje lo anterior, pero tendría que haberlo conocido y hacerle algunas preguntas para sacar un perfil psicológico —miró a su compañero—. ¿Estás sonriendo debajo de la mascarilla?

—No...

—No engañas a la psicóloga, Orion Frye —lo miró con diversión—. En fin, vámonos de aquí. Podemos seguir con lo que tenemos. 

Muerte al Príncipe de DinamarcaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora