Muerte al Príncipe de Dinamarca

Capítulo 21

Cuando Federico Nóbile se fue del precinto, Orion y Hestia fueron a la mesa.

—¿Sospechabas de él? — le preguntó su compañera.

—Tiendo a sospechar de todos. Solo quería comprobar que Nóbile no tiene nada que ver con el asesinato.

Sacó la carta del bolsillo y la extendió entre ellos dos. Ambos la leyeron varias veces, pero no le encontraban mucho sentido. Entendían que era un tipo de amenaza o advertencia, pero si ese poema quería transmitirles las intenciones del perpetuador, no lograban comprenderlo mucho.

—Veamos... —Hestia escribió las líneas separadas en un papel—. Muerte al Príncipe de Dinamarca...

—Es el hijo de Nóbile, Joseph. — apuntó Orion.

La detective escribió el nombre del chico debajo de la línea mencionada.

—Sobre mi desdicha se han mofado... ¿alguien que pasó por algo duro y la gente a su alrededor se burle.

Orion pasó la mano por su cabello negro.

—Sí. Tal vez sea eso. Quien lo escribió debe estar resentido. El poema esta en primera persona, así que supongo que lo ha hecho adrede. El asesino lo ha hecho para anunciarse.

—¿Anunciarse?

—Esto no tendría que ser posible para este caso, pero hablando estrictamente de los asesinos seriales, ellos desean ser encontrados. Dejan mensajes en sus obras. Y sí, con obras me refiero a las escenas sangrientas que a veces retratan como si fuera un pintura. Posiciones simbólicas, objetos con un significado que quieren que se sepa que es importante para ellos... es como su marca. La firma de su obra. No creo que este sea el caso, ni que sea un asesino serial de actores, pero todo puede ser posible con una mente así de perturbada.

Hestia miró el poema y suspiró. Su compañero tenía razón. No estaban frente a un asesino serial, pero no podían descartar nada aún.

—No podemos descartar nada, como bien dices. Puede incluso que ataque el lunes. Ya habrá pasado una semana.

Orion asintió.

—Los asesino seriales tienden a dejar lapsos de tiempo establecidos. A veces son exactos, otras veces pueden ser al azar.

—Espero que este no sea el caso. No quisiera que mataran a todo el elenco de Hamlet —Hestia bajó la mirada para seguir escribiendo—. Sin respeto se pronuncia mi buen nombre...

—¿Alguien con un apellido especial? O un nombre no común.

Hestia lo miró. No quería que fuera cierto, pero dijo el único nombre que se le ocurrió.

—Harlan van Dann.

Orion pensó en lo mismo. Miró su computadora y decidió buscar el apellido del novio de su hermana. Por lo que le contó Catherine, él nació en Inglaterra.

—El apellido es de Países Bajos. Pertenece a una noble familia procedente de Róterdam.

—¿Anotamos su nombre?

El detective asintió.

—Al primero de la tierra he desterrado...

—Archie Cameron.

—Que este heraldo anuncie el final del hombre que por la ponzoña de mi hoja será enterrado...

—Hmmm... —Orion rascó su cabeza—. Se supone que un heraldo es un mensaje. Como un anuncio de algo que se avecina.

—La muerte del príncipe de Dinamarca. — concluyó Hestia.

Los dos se quedaron callados después de las palabras de la detective. Orion se cruzó de brazo y se recargo en el respaldo de la silla. No entendía muy bien la referencia de la ponzoña en la hoja. «¿Una espada... con la hoja envenenada? Debe tener un significado»

Se inclinó hacia la computadora y tecleó para buscar la obra de Hamlet.

—¿Qué haces?

—Creo que para entender esto por completo, hay que leer la obra de Hamlet —miró a su compañera—. Tiene lógica. Todo está relacionado con esta obra. No la conozco, mis conocimientos sobre Shakespeare se limitan a Romeo y Julieta y Macbeth.

Encontró el manuscrito en PDF. Lo descargó y lo imprimió, dándole una copia a su compañera.

—Puedes leerlo en la computadora, pero a mí se me acomoda más leerlo en físico. — comentó Orion.

—Leer frente a un pantalla agota mis ojos, así que mejor lo leo en papel.

—Sí que es una tragedia. — comentó Hestia después de terminar la lectura. Dejó las hojas sobre la mesa y suspiró.

Orion se pellizcó el puente de la nariz y apartó la hoja en donde subrayó el texto.

—Creo que la referencia a la ponzoña y la espada esta aquí. En la séptima escena del acto IV. — le mostró la hoja a su compañera.

—Y lo dice Laertes... el hermano de Ophelia e hijo de Polonius.

—Interpretado por Van Dann.

Hestia negó con la cabeza. Orion la miró.

—Sigues sin creer que es él, ¿verdad?

—Al igual que tú, sospecho. Pero es el que menos me imaginaría.

—Así es siempre, Hestia. Quien menos te imaginas.

—Lo sé. Solo nos queda llegar al fondo de todo esto.

El detective estuvo de acuerdo. Guardó las hojas para después usarlas para otras cosas, con el fin de evitar desperdiciarlas y darles un segundo uso. Sacó su libreta y la abrió.

—Creo que deberíamos hablar de nuevo con Harlan. Y también con Julian Nolan.

—Yo me encargo de Van Dann. — se ofreció su compañera. Orion estuvo de acuerdo y los dos se levantaron para ir al teatro. Él pensaba lo mismo que Hestia; incluso no quería que Harlan van Dann fuera el culpable. Le haría mucho daño a Catherine y no quiere verla sufrir.