- PIEL - c.3.

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De pequeño había sido un inquieto y adorable torbellino.

La verdad es que el no recordaba grandes cosas de su infancia.

Solo que fue feliz.                                       

Sus padres, le contaban con gran cariño, que se pasaba todo el día hablando, cantando y haciendo el tonto allá donde fueran.

Marco, ahora, les sacaba una cabeza a sus padres y poco a poco conseguía una musculatura bien definida. Eso le encantaba. Aquel niño pequeño había pasado de ser un terremoto con unas patitas regordetas a ser, quizás, el chico más tímido que jamás había visto nadie en mucho tiempo.

Era rubio, pero no tenía los ojos claros. Marco era poseedor de ese tipo de ojos tan oscuros que te atrapan en ellos, de esas miradas difíciles de olvidar.

Tenía una piel suave y clara.

Diecinueve años. Miles de meses desaprovechados, decenas de días bien empleados.

De un tiempo a entonces cambió su forma de pensar, de actuar, de interpretar aquello que vivía.

Conoció a personas increíbles, visitó lugares maravillosos y cumplió algún que otro sueño. Pero, aun así, ahora estaba prácticamente solo.

Marco era una persona con una gran sensibilidad, con un gran talento para aquello que le motivaba.

Le gustaba la tranquilidad y huía de aquello que le hacía daño. Cuidaba, siempre, lo mejor que podía a la gente que le quería. Se entregaba con todo su potencial hacia aquello que emprendía. Soñaba despierto, y de esos sueños vivía.

EL PRIMER PENSAMIENTO EL MEJOR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora