Los chicos estuvieron un tiempo sentados en aquel lugar del parque, hasta que Marco pidió buscar un lugar más íntimo.
Ambos se sumergieron entre los gigantes del corazón verde de la ciudad.
Se escuchaba el canto de los pájaros, los pasos de algunas personas a lo lejos.
La luz se filtraba entre las copas de los árboles.
Cuando encontraron un banco, ambos se sentaron.
Luca pasó su brazo por la espalda de Marco, y este se refugió en su pecho, cargándose de fuerza.
- Me apetece contarte algo, algo muy importante. – dijo no muy convencido.
Luca pensó en el mensaje que leyó la noche anterior y sintió como si le estrangularan la faringe.
- Te escucho, cariño. – dijo aparentando normalidad.
Entrelazó sus manos con las de Marco.
Inspiró y le miró a los ojos.
- Tengo un gran miedo a que las personas a las que más quiero se marchen de mi lado. –empezó Marco, de forma directa. – Por eso he perdido los papeles en varias ocasiones contigo. En poco tiempo…te has convertido en mucho para mí, por increíble que parezca.
Hizo una pausa.
- Todo tiene un porqué. – continuó. – María… así se llamaba. – dijo muy triste. – Era mi hermana… pero también era mi amiga, no nos llevábamos mucho tiempo, unos meses, por eso quizás estábamos tan unidos. – las lágrimas de nuevo se apoderaron de sus ojos. – Papá y mamá estaban siempre tan contentos por vernos tan unidos… nos cuidaban muchísimo sí, incluso nos sobreprotegían en cierto punto. – la voz de Marco se congeló. – Mi hermana estaba cansada de tanto control, de tanta autoridad. Un día me contó que tenía un novio, no se dedicaba a nada, no estudiaba… no trabajaba… en cierto modo la estaba llevando por un mal camino, yo lo veía y me preocupaba.
Luca le apretó la mano, algo malo se acercaba.
- Un día, mis padres, no sé cómo se enteraron… sólo recuerdo los gritos, a mi hermana llorando. Me culpó a mí… pero yo no fui, se lo intenté hacer ver… pero cogió un bolso con cuatro cosas y desapareció tras un portazo. – Marco tragó saliva. – Estaban furiosos y yo hecho mierda…
Empezó a llorar.
- Tres días después la Policía nos llamó… - dijo con voz entrecortada. – Habían encontrado a María… cerca de la Plaza España, en Roma, ya sabes… estaba… -dijo entre sollozos, notaba como le faltaba el aire.
- Peque… - susurró Luca. Se acercó aún más a él y le abrazó, acariciándole la nuca.
Marco lloraba apoyado en su hombro.
- Si quieres podemos seguir más tarde cielo… tranquilízate, por favor… - intentaba calmarle.
Marco trató de tranquilizarse, y consiguió hilar las palabras.
- Dijeron que estaba drogada cuando murió, que seguramente no sufrió… la golpearon hasta dejarla sin vida… - dijo con la mirada perdida en algún punto, frío. – Buscaron a su novio, pero no apareció en ninguna parte. Fuera quién fuese, ese maldito hijo de puta nos destrozó la vida… y por eso nos mudamos a Madrid. – la ira se apoderó de Marco.
Este cerró la mano, haciendo mucha fuerza con el puño, puño que descargó contra el respaldo del banco. Estaba muy exaltado.
- ¡Por eso pierdo la puta cabeza cuando pienso que me puedes dejar sin decirme adiós! Por eso me da miedo conocer a gente nueva que llegue a significar algo importante en mi vida. ¡Después de un jodido año mis padres siguen yendo a terapia!, por eso a veces estoy sólo tan temprano en casa... por eso muchísimas noches no puedo dormir, porque pienso en ella y porque pienso que por mi puta culpa está muerta, ¡porque no tuve los cojones de hacer nada! ¡Porque soy un cobarde que acabará solo porque no merece ni la mitad de lo que tiene!
Marco parecía estar fuera de sí, estaba jadeante, furioso consigo mismo y Luca no sabía qué hacer. Le miraba incrédulo. Marco le miró con una mirada de fondo muy oscuro, pero calló sobre los brazos de Luca, llorando, completamente roto.
- Chssss – susurró lo más dulce que pudo Luca. – tranquilo ¿vale? Estoy aquí, tranquilo… - dijo en voz muy bajita.
- Por eso mis padres son tan benevolentes conmigo… no podrían soportar que me fuera yo también. – dijo aun llorando Marco. – No pudimos despedirnos de ella… no pudimos…
- Ey, pequeño… - continuó en el mismo tono Luca. – Seguro que allá dónde esté sabe que tú no hiciste nada… os protegerá siempre pequeño, estoy seguro.
Marco notaba como el corazón se le clavaba contra las costillas.
Luca se acercó a él todo lo que pudo, apretándole fuerte entre sus brazos. Parecía un niño pequeño que se había perdido, tenía que ser capaz de sacarle adelante.
Los arboles les ofrecieron su protección, mientras la brillante luz del sol les hacía ver que la oscuridad tenía que estar lejos de allí, los pies anclados al suelo y las lágrimas recorriendo sus mejillas.
Allí solo estaban ellos, junto al sonido de sus latidos, los sollozos y su respiración.
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EL PRIMER PENSAMIENTO EL MEJOR.
Teen FictionEn un apasionante descubrimiento de si mismo, Marco, un joven de diecinueve años, vivirá una gran historia entre las ciudades de Madrid y Roma. Entre ellas experimentará el amor desgarrador, la pasión, la tensión y el dolor, entre un montón más de e...