- RINASCERE - c.11.

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Por la tarde, Marco recibió el alta.

Sus padres y el volvieron a casa.

Al abrir la puerta, y traspasar el recibidor, la luz del salón se encendió.

Había una gran pancarta en la que se leía “Has sido muy valiente, bienvenido”.

Estaban Mario junto a otros amigos y amigas de la infancia. Sus abuelos maternos y algunos tíos.

Estaban alegres por verle de nuevo en casa. Marco les fue saludando uno a uno.

La velada no se extendió demasiado. Marco no estaba para demasiadas celebraciones.

Estaba ausente, ido. Intentaba sumergirse en las batallitas y bromas que su familia le gastaba, pero su cabeza estaba anclada en una sola cosa: Luca.

Al marcharse todos sus seres queridos, Marco quiso ayudar a recoger todo aquello.

Su madre no le dejó. Le mandó tomar una ducha para relajarse.

Y así lo hizo.

El agua caliente volvió a recorrer todo su cuerpo, dándole vida. O al menos, algo cálido en aquellos días fríos.

Estaba muy cansado, así que optó por no ponerse ropa interior. Directamente cogió sus pantalones del pijama, se puso también su bata. Así estaba cómodo.

Se tumbó en su cama. Cerró los ojos y su mente dibujó aquel primer abrazo con Luca, su primer beso… se le cayó una lágrima.

- Toc, toc, ¿se puede? – dijo su madre de forma amable, asomando la cabeza por la puerta.

- Claro, mamá – le respondió Marco. Se incorporó en su cama y se secó las lágrimas.

- ¿Seguro que estás bien? – preguntó su madre de nuevo, de forma dulce, pero preocupada.

- Sí mamá, ya ha pasado todo… - dijo no muy convencido.

- ¿Quieres que hablemos sobre tu amigo? – Preguntó su madre de forma directa, pero con mucho tacto – no sabemos quién es… y bueno… si quieres… -continuó –

Marco sabía que la pregunta llegaría, aun así, tenía muchas cosas en la cabeza y no sabía cómo ordenar sus pensamientos. Necesitaba hablarlo con su madre, al fin y al cabo tras cada palo, siempre había estado ahí.

- Verás mamá… yo y Luca… o sea, el otro día… - estaba confuso, no sabía cómo hacerlo.

Su madre sonrió dulcemente.

- Mi niño… se hace mayor… sé que esto es incómodo y algo raro para ti… así que si quieres, seamos ordenados. – dijo su madre acariciándole la mejilla.

- Sí… - contestó Marco agradecido.

Su padre apareció sonriente en el marco de la puerta, guiñó un ojo a su hijo.

- Sabemos que se llama Luca, cariño, nos estuvo contando que estabais hablando y aparecieron aquellos hombres. También nos contó porqué sucedió aquello. Y lo entendemos como lo haces tú… - dijo su madre mirándole a los ojos. El padre se acercó y acarició el hombro de su mujer.

Marco se armó de valor. Y les explicó a sus padres cómo conoció a Luca.

Al terminar su narración, su padre le tendió una mano, su madre otra.

- Hijo, sientas lo que sientas por alguien. Da igual si es una chica o un chico, recuerda que nosotros siempre te querremos igual. Eres nuestro hijo, y eso no cambiará nada.

A su madre, llena de orgullo por las palabras de su marido, se le cayeron unas lágrimas.

Los tres se abrazaron.

EL PRIMER PENSAMIENTO EL MEJOR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora