- ADIÓS - c.37.

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La vida es cruel con quién menos lo merece. ¿Por qué nos arrebata lo que más queremos?

Marco se repetía aquello una y otra vez.

Los días seguían siendo eternos. Las quemaduras, meses después perduraban. Una de las cosas que peor llevaba eran las marcas de las muñecas, las cadenas se pusieron tan calientes con el fuego que le habían abrasado. Pero sin duda lo peor era no poder moverse. Tras aquella fatídica noche, tanto tiempo colgado en esas condiciones y junto a diversas quemaduras en la espalda, sus piernas dejaron de responder, sólo era capaz de mover los dedos de los pies. Los médicos decían que solo tendría que reposar unas semanas más y que podría volver a andar. Pero él no era tan positivo.

Estar allí, sin hacer nada tanto tiempo era una tortura.

Un verdadero martirio que se acrecentaba cuando pensaba, que unos pasillos más allá estaba Luca: en coma.Según averiguó la Policía, todo el tiempo que estuvo sin saber nada de él, había estado retenido por Álvaro. Luca había sufrido palizas continuas, le hacía beber su propia orina, había estado semanas sin comer, y un montón más de barbaridades que los agentes sólo contaron a Carmen y Fabio, porque como les dijo: 'Álvaro era un personaje bastante sádico'.

Álvaro murió, había perdido mucha sangre y la bala le alcanzó la médula.

Prefería mil veces dormir para siempre junto a Luca que seguir así, sin poder hacer nada por él, sin saber cuándo despertaría, o, simplemente si lo haría.

El mes octubre empezaba a asomarse en el calendario. Marco, poco a poco empezó de nuevo a caminar, pero Luca seguía sin despertar. En los breves paseos que daba, intentaba llegar hasta su habitación para visitarle, pero no había sido capaz de llegar.

Era lunes, y un brillante sol atravesaba las cristaleras del hospital. 


- Este jueves comenzaremos unas sesiones experimentales con Luca. – explicaba el doctor que se encargaba de sus cuidados. – Si todo sale bien, en unas semanas podría despertar.

Todo se quedó en silencio. Estaban en la habitación de Marco, Carmen y Fabio también estaban.

- ¿Y si no funciona? – preguntó directamente Marco, rompiendo aquel pesado silencio.

- Bueno... estos casos son impredecibles, - tragó saliva. – así que si esto no funcionase... me temo que podría quedarse así hasta que le desconectásemos de la máquina que le mantiene vivo.

Los ojos de Marco se humedecieron. 'Debe funcionar, tiene que funcionar' pensó. Sus padres asintieron para que les dejase a solas.

- Cariño, piensa que si sigue así... - comenzó a decir Fabio.

- ¿¡Y la mejor opción es desenchufarle y que muera verdad!? – dijo cortándole.

- No sabemos si despertará algún día... - su madre se arrodilló frente a la silla en la que estaba sentado Marco.

- ¿Pero y si con el tiempo vuelve? – empezó a llorar. – Somos de lo poco que le queda...


El jueves llegó, y con él, esas sesiones de las que había hablado el doctor decenas de veces en los días pasados. Marco intentaba pasar todo el tiempo que podía junto a Luca, aunque no le viese, aunque no pudiesen hablar.

Los días pasaban y los médicos eran optimistas, pero no había ningún cambio.

A menudo, Marco se apoyaba como podía en el borde de la cama de Luca, y le hablaba entre susurros, le contaba cosas o simplemente le acariciaba las manos.

- Necesito que vuelvas Luca... - susurró Marco, las lágrimas recorrieron al instante sus mejillas.


Tras unas semanas, Marco recibió el alta. Aquella mañana fue muy dura. Tener que irse sin Luca y dejarle allí así...

Antes de marcharse, entró a la habitación de Luca, y le prometió que todos los días iría a verle en el horario de visitas. Pero no hubo respuesta, claro.

Y justo antes de salir por la puerta, algo le hizo mirar de nuevo a Luca. Pero todo seguía igual, aun así no podía irse así. Marco dejó caer lo poco que llevaba en las manos, y con lágrimas en los ojos quitó a Luca unos segundos la mascarilla de oxígeno que tenía. Y durante esos segundos sus labios se unieron, una vez más.

Entonces, Luca, sintió como algo se movía dentro de él y cómo Marco se alejaba, y supo, que quizás nunca volvería a verle.

El sol se escondía tras el horizonte y la luna junto a la oscuridad tomaron la tierra.

Luca sentía frío, no sabía qué hacer... y es que no podía hacer nada. Allí permaneció. Sin moverse, fugaz, vacío.


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⏰ Última actualización: Jun 25, 2015 ⏰

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