La música le embotaba la cabeza, le cortaba la respiración.
Su pecho latía a mil por hora, y tuvo que quitarse los cascos porque si no se ahogaría en medio de la calle.
Al fin llegó a la puerta de la cafetería. Eran las seis y cuarto. No había nadie fuera.
Estaba muy impaciente y decidió quedarse un rato fuera a esperar, se apoyó contra la pared de enfrente del local.
Respiró hondo.
En su reloj de pulsera miraba como pasaba cada minuto.
Decidió pasar a la cafetería.
Una agobiante presión le oprimía el pecho, le empezaban a temblar las manos. Pero decidido abrió la puerta y se acercó a la barra.
- Perdona, soy un amigo de Luca ¿ha terminado ya su turno? – preguntó Marco a la camarera.
Esta le observó divertida, la palabra 'amigo' no le había sonado muy convincente ni a ella.
- Sí, Luca terminó su turno... marchó hace media hora más o menos. – contesto amable la mujer. - ¿quieres que le deje algún recado para cuando regrese mañana?
- No hace falta... – Marco sintió como si le clavaran un puñal en el pecho, sonrió de forma triste a la camarera – muchas gracias de todas formas - y salió del lugar.
Se dirigió de nuevo a casa, estaba agotado. No quería hablar con nadie.
Iba a cruzar por un paso de cebra, pero un coche paró en todo el medio, a punto de atropellarle, el conductor tocó el claxon.
- ¡maldito hijo de puta, casi que me matas! – gritó Marco al coche.
En ese preciso momento la puerta del conductor se abrió.
-¿Aún no te han enseñado que un chico con una sonrisa tan bonita como la tuya no debe ir cabizbajo por la calle? – esa voz le resultó de nuevo muy familiar.
Marco centro la mirada en el hombre que acababa de salir del coche, se puso rojo y empezó a temblar de nuevo: era Luca.
El corazón se le salía por la boca, se había quedado totalmente rígido. Luca se acercó a él con una gran alegría. Le tendió la mano.
Marco observó la mano de Luca. Y sin darse casi cuenta se abalanzó sobre él, le envolvió con sus brazos.
Se abrazaron muy fuerte.
Marco no creía lo que acababa de hacer.
- ¡Vaya! He estado a punto de atropellarte, y después de llamarme hijo de puta me abrazas... ¿dónde está el chico parado y tímido de esta mañana?- dijo Luca con semblante serio.
- Perdona si te ha molestado, y disculpa mis modales... pero, al no verte en la puerta de la cafetería me entró el bajón. Me apetecía mucho verte. – Marco estaba avergonzado de nuevo, pero le había encantado abrazar a su acompañante.
-¿Qué te parece si montas en el coche y continuamos esta conversación en algún lugar bonito? – Luca cambió de gesto al terminar la frase, le mostró una gran sonrisa, le agarró la mano, le abrió la puerta de copiloto de su Mini azul, Marco se sentó.
Ambos se sentaron en sus respectivos asientos y Luca pisó el acelerador.
-¿Estas más tranquilo?- preguntó Luca sonriendo a Marco. Este asintió. – Dime una cosa, querido, ¿tendré que apuñalarte para que me pidas una cita? – Luca estaba riendo de esa forma que tanto le gustaba a Marco.
- Eres un idiota. – contestó sonriendo Marco. – Y... técnicamente esto es una cita.
- ¡Qué bien suena esa palabra en tus labios! – Luca pegó un frenazo, el resto de conductores frenaron con él.
Tocaban el claxon quejándose.
- ¡¿qué haces?! Nos vas a matar. –gritó Marco asustado, y quiso desabrocharse el cinturón para bajarse.
Antes de que lo hiciera, Luca, le agarró de la mano y le volvió a colocar el cinturón, le acarició la mandíbula con la mano que le quedaba libre, la otra se enlazó con Luca.
- Marco, nunca te haría daño. –dijo susurrando Luca mientras se acercaba a sus labios.
Marco empezó a ponerse muy nervioso.
No sabía si acercarse a Luca y besarle como él quería o marcharse corriendo a casa y olvidar todo ese día cargado de emociones.
Era obvio que ambos se atraían, que hasta cierto punto se gustaban, pero él nunca había sentido nada así por otro chico.
Estaba muy confuso.
-Luca... yo... no sé si esto... - dijo Marco desenlazando sus manos – Estoy muy confuso... yo nunca he tenido nada con un... - se apartó completamente de Luca.
- No, no, no, no sientas nada chico del cappuccino... por favor. – Dijo sonriéndole - Es completamente normal... - Luca empezó a aparcar el coche.
- Verás, desde que me miraste así esta mañana, yo... no he parado de pensar en ti. Pero no quiero forzarte a nada – continuó diciendo a Luca – Comprendería que no quisieras saber nada más de mi...
- No, no se trata de eso, de verdad, yo... creo que me gustas... solo necesito ir despacio ¿vale? – dijo balbuceando Marco.
Se sentía en cierta parte aliviado, pero se arrepentía de no haber besado al camarero.
Luca llevó a Marco a su casa, ambos bajaron del coche, se abrazaron.
- Aquí tienes mi número – dijo Luca dándole a Marco un papel escrito. – puedes mandarme mensajes si quieres, o llamarme... también sabes dónde trabajo. Estaré ahí para ti.
Se volvieron a abrazar.
Luca desapareció con su coche tras la esquina del edificio.
Marco subió a su casa. Era un tercer piso.
Se encerró en su habitación.
Las lágrimas cayeron sobre el papel que Luca le había dado.
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EL PRIMER PENSAMIENTO EL MEJOR.
Teen FictionEn un apasionante descubrimiento de si mismo, Marco, un joven de diecinueve años, vivirá una gran historia entre las ciudades de Madrid y Roma. Entre ellas experimentará el amor desgarrador, la pasión, la tensión y el dolor, entre un montón más de e...