- GRIS - c.32.

29 0 0
                                    

De los días que llegaron después, no recordaba demasiado.

Pasaron lentos, aburridos y monótonos.

De vez en cuando veía a Luca, cuando este no trabajaba o no estaba por ahí con sus amigos. Luca había conocido a gente. A bastante gente.

Para él nadie ocupaba el lugar de él que ahora era su novio. Pero, quizás las cosas se habían enfriado con Marco en algún punto de la historia.

Marco acabó sus exámenes, parece que no acabaron del todo bien. Pero aun así logró sacar todo el curso. Y tras ellos se empezaron a suceder los días de verano, en el calendario, uno tras otro.

'Te prometo que en cuando tenga un hueco nos veremos, cielo.' Escribió Luca a Marco en forma de mensaje.

'Ya sabes que aquí estoy... te echo de menos, te necesito cerca.'

Y tras su contestación, el móvil de Marco se quedó en silencio, sin ninguna vibración. Se quedó contemplando aquella 'última conexión', sintiendo que cada hora que pasaba, que cada desbloqueo de pantalla para no ver nada, se le clavaban un poquito más profundo en su pecho. Era una simple hora, un número, pero aun sabiendo que para Luca lo era todo, no podía evitar el sentirse mal, el sentir el cielo cubierto sobre su cabeza, aunque estuviera completamente despejado. No sabía qué pasaba. Y aunque a veces las cosas carecieran de una explicación, aquello debía de tenerla.

No entendía cómo podía sentir tan lejos a la persona que más quería y necesitaba. Se le escapaba, e intentaba rellenar todo el tiempo posible haciendo algo, algo que le mantuviese la mente ocupada. Pero todo esfuerzo era en vano.

Cuando la cabeza y el corazón se alían, difícil es rehuirlos. Pero él lo intentaba, con todas sus fuerzas, y decidió que aquello cambiaba, o se dejaría la piel si era necesario para cambiarlo.

Pronto se quedó dormido, porque a veces, darle tantas vueltas a algo agota.

A la mañana siguiente, cuando despertó echó un vistazo al móvil, pero no había nada. Sólo se encontró con la mirada preocupada y protectora de sus padres. Carmen y Fabio también lo estaban pasando mal, veían cómo su hijo se apagaba día tras día. Y claro que intentaban animarle, le llevaban al cine, a centros comerciales, pero el resultado era nulo. Sabían que en cuestiones de amor, poco podían ayudar.

- ¿Te apetece hacer algo hoy cariño? – preguntó su madre mientras se acercaba a él.

- No demasiado, mamá. – abrió el grifo de la cocina y llenó un vaso. Bebió mirando a los ojos de su padre.

- No sabemos qué hacer para que estés bien hijo. – dijo Fabio. – Y tenemos tanto miedo de perderte...

- No te preocupes, yo no me iré. – contestó rotundo. – Mi novio ni siquiera parece tener tiempo para mí.

Y al acabar la frase, dejó el vaso en la pila y se dirigió a su habitación.

- Marco. – llamó su padre, de forma autoritaria. – Dúchate y vístete. Te esperamos en el portal dentro de media hora. – terminó con voz firme.

Resopló y fue a la ducha, no tenía ganas de salir, pero menos aún de tener bronca.

EL PRIMER PENSAMIENTO EL MEJOR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora