EL PRIMER PENSAMIENTO EL MEJOR.

- ALTURA - c.13.

El despertador sonó, llegó el día.              

Marco se revolvió en la cama.

Su madre entró en la habitación.

Levantó la persiana y se acercó a su hijo.

- Levanta dormilón, tenemos que irnos al aeropuerto. – dijo su madre sentándose en el borde de la cama.

- Buenos días para ti también mamá. – contestó Marco irónico.

- Arréglate anda… las maletas y tu padre ya están preparados. – dijo su madre arreglando la habitación.

Marco se vistió.

Recogió las últimas cosas que le quedaban por la habitación y las metió a su maleta.

Entre todos comprobaron que todo se quedaba bien y salieron de casa.

Llegaron al aeropuerto de Fiumicino, en taxi.

Una vez facturadas las maletas, esperaron a la hora de embarque.

Los aviones aterrizaban y despegaban tras una gran cristalera. Marco miraba absorto.

- ¿Sabes si al final vendrá con nosotros Luca, hijo? – le preguntó su padre.

- No he vuelto a saber nada de él… - contestó Marco tras suspirar.

- Seguro que está bien, no te preocupes – le dijo intentando consolarle. Le revolvió el pelo.

- Papá… el pelo… - dijo con tono cansado Marco.

El padre sonrió.

- Tu siempre tan coqueto. – sonrió su madre.

“Pasajeros del vuelo AZ 23, con destino Barajas – Madrid, embarquen por la puerta siete”.

La voz de la azafata a través de megafonía dejó sin esperanza alguna a Marco.

Sus padres se levantaron de los asientos, miraron a su hijo.

Su madre le tendió una mano.

Marco se levantó. Su padre le pasó el brazo por la espalda y se mantuvo a su lado.

Entregaron los billetes y recorrieron el pasillo.

Marco miró hacia atrás.

Pero solo vio a extraños tras de él.

Tras veinticinco minutos, el Comandante saludó a sus pasajeros.

El avión empezó a rasgar el cielo, elevándose. Poco a poco.

Desde la ventanilla Marco veía como se alejaban cada vez más desde el suelo.

Desde las cristaleras de la terminal, Luca que había llegado corriendo, observaba como el avión estaba cada vez más lejos de allí.