- TIMBRE - c.23.

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El padre de Marco parecía no tener muy buenos humos.

¿Habría escuchado los ruidos en la habitación de su hijo? Obviamente y de ser así, no le había hecho mucha gracia.


Todos estaban en la mesa, comían mientras Luca era sometido al amable interrogatorio de los padres de Marco. Él estaba encantado de darse a conocer ante las personas que le estaban abriendo las puertas de sus vidas.


- Y dime, Luca, ¿has tenido alguna vez novia? — pregunto punzante el padre de Marco.

- Fabio... - dijo Carmen mirando fugaz a su marido, como diciendo 'no vayas por ahí'.

- Oh, no me molesta... es normal que tenga curiosidad. — contestó Luca a Fabio, mirando también a la madre de Marco. — No, nunca he tenido novia. — terminó sonriendo.

- ¿Te pasa algo papá? — preguntó Marco.

Fabio miró a su hijo con cierto desprecio, se limpió la boca húmeda por la sopa que estaban tomando.

- Cuando terminéis todos... que alguien me avise para recoger la mesa. — dijo de forma seca. — Me voy a trabajar un poco al despacho.

Cogió su plato y lo dejó en la pila de la cocina. Carmen contemplaba absorta.


Marco no entendía nada.

Tras unos minutos en silencio Carmen miró a Luca.

- Te pido disculpas Luca, mi marido no se suele comportar así cuando tenemos visita. — contempló a su hijo removiendo la sopa de su plato. — No sé qué mosca le habrá picado...

Marco continuaba en silencio, su madre se levantó y dejó su plato.

Tras un 'voy a ver qué le pasa', se adentró en el pasillo hacia el despacho.


- ¿Estás bien? — Dijo Luca mientras posaba su mano sobre la de Marco.

-  Sí. — contestó frío.

- Si quieres esta tarde podemos quedarnos aquí, estarás muy cansado... - continuó Luca intentando captar la atención del chico.


Tras unos minutos y unos cuantos gritos en la profundidad de las paredes de la casa, se escuchó cómo se abría una puerta, y luego, unos pasos.

- Siento mucho lo ocurrido, hijos, estoy algo alterado, espero que podáis disculparme. — dijo serio Fabio a ambos chicos.

- No es nada señor. — Contestó Luca amable.

Marco movió la cabeza varias veces y siguió comiendo.


Cuando acabaron de comer, Marco y Luca se lavaron los dientes a la vez.

Marco estaba de nuevo como ido, pero volvió a la tierra cuando Luca le empezó a hacer cosquillas.

Las tonterías le hacían olvidarse de todo, o al menos así le pasaba con Luca.


Eran alrededor de las seis de la tarde, y ambos chicos estaban despertándose de la siesta, habían dormido en la misma cama. El padre de Marco picó la puerta de su habitación.

- ¿Se puede? — preguntó antes de entrar, se notaba que se esforzaba por mantenerse sereno.

Marco se incorporó.

- Pasa papá. — contestó Marco adormilado.

- Mamá y yo nos vamos, ¿vale...? — le dijo mirándole con complicidad, iban a su terapia semanal de tarde.

El psicólogo era amigo de la familia.

- Vale papá, ánimo. —contestó Marco, intentando empatizar con su padre.


Cuando se escuchó cómo cerraban la puerta, Marco fue al baño.

Luca se dedicaba a observar las decenas y decenas de fotos que tenía su anfitrión por las paredes de la habitación.

El timbre de la puerta sonó.

- Luca cielo, ¿puedes ir tú? — preguntó Marco desde el baño. — Seguro que se les ha olvidado algo.


Luca fue hacia la puerta y al abrirla se encontró a un chico de la estatura de Marco, de piel blanca, ojos oscuros... pelirrojo.

- Hola. — dijo el chico tras el marco de la puerta, sonriendo.

- ¿Puedo ayudarte en algo? — dijo Luca amable, intentando hablar castellano lo mejor que podía.

- ¿Está Marco? — preguntó tranquilo. — Soy Hugo, un amigo suyo.


Luca sintió cómo si le estrangularan, sin dar crédito, abrió los ojos como platos.

El corazón le latía a mil por hora.

EL PRIMER PENSAMIENTO EL MEJOR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora