- FLORECER - c.30.

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El mes de mayo se acercaba, lento, llenando al completo las páginas de la agenda de Marco. Con él llegaría la mudanza de Luca y por ello Marco le dedicaba todo el tiempo que no empleaba en estudiar. Cenar juntos fuera de casa, ir al cine... daba igual el plan, la cosa era hacer algo juntos.

Muchos días Luca llegaba tarde del trabajo y sólo podía pasar junto a Marco el poco tiempo entre el fin de la cena y el de irse a la cama.

Aquella noche Marco estaba tumbado en el sofá, con la cabeza en las piernas de Luca. Él jugaba con el pelo del chico, muchos días se quedaba frito en esa posición.

- ¿Te apetece que un día cuando no tengas mucho que estudiar te enseñe el piso? – preguntó Luca.

- Uop, ya sabes que casi cualquier plan me vale contigo. – contestó Marco.

-¿Cómo que casi cualquiera? – continuó Luca fingiendo que se había enfadado.

Marco sonrió.

- No acepto violaciones, palizas, secuestros... ¿sigo? – contestó Marco entre carcajadas.

- Ja  ja  ja... mírale qué gracioso...

- ¡Pues claro que quiero idiota! – terminó de contestar Marco aun riendo. - ¿Sabes qué? – siguió. – Aunque a partir de ahora no nos vayamos a ver tanto, sé que todo irá bien.

Marco empezó a superar ese miedo que le creaba la situación, eso le decía mucho a Luca.

Unos días más tarde, en fin de semana, Marco y Luca paseaban, había demasiada gente por las calles más céntricas así que decidieron perderse callejeando.

Era un día complicado, hacía un año que su hermana les dejó y Marco intentaba mantenerse fuerte.

Se sumieron en un océano de baldosines pequeños y grises, de carteles de tiendas, de señales de tráfico... sin saber muy bien cómo llegaron a una calle completamente solitaria, sólo les acompañaban los coches aparcados y algún que otro gato.

- ¡Anda mira! mi edificio. – Dijo Luca sorprendido.

- ¿No decías que estaba en la calle Hortaleza? – preguntó Marco.

- Sí, y cerca está... no exactamente ahí pero... - contestó animado.

- Señores y señoras... - empezó Marco con un gracioso tono. – ¡Luca el mapa! –siguió riendo junto a Luca.

- Qué idiota eres... - dijo con cariño. – Tengo las llaves, así que si quieres subir... - ofreció Luca.

- Venga vamos, veamos ese maravilloso piso en Hortaleza. – contestó aun divertido Marco.

Luca sacó las llaves y abrió el portal.

Estaba a oscuras, dieron la luz.

- Es el tercer piso así que... a hacer glúteos. – indicó bromeando Luca.

Él pasó primero. Marco iba observando la escalera. Era un edificio antiguo, de esos con una barandilla de hierro forjado, escaleras de mármol... las puertas eran verdes, con una gran y dorada mirilla antigua (bajo la cual algunos vecinos habían colocado una moderna). La luz se apagó. Aquel sitio daba mal rollo a oscuras. Luca encendió de nuevo la luz del rellano. Las escaleras continuaban, pero ellos habían llegado.

En cada rellano había dos puertas, enfrentadas, por lo que una pared quedaba vacía. En la de aquel nivel se podía leer 'piso tercero', en un pequeño y ya desgastado letrero.

Luca introdujo la llave en la cerradura de la puerta. Puerta que se encontraba bajo otro pequeño letrero. '1ª'.

Abrió la puerta y se adentraron en el oscuro recibidor.

De nuevo Luca encendió la luz.

- Bienvenido. – dijo alegre Luca tendiéndole los brazos.

Marco se acercó a él y le abrazó. Estaba contento por verle ilusionado.

- Déjame tu abrigo anda. – continuó.

Marco le dio su abrigo y lo dejó junto al suyo colgado de un pequeño perchero de pared que había a su derecha.

Luca le dio la mano y le enseñó toda la casa.

Primero la habitación más pequeña, que daba justo al mismo recibidor.

Después recorrieron el pasillo, entrando al baño y a la habitación principal, hasta llegar al salón, era acogedor. Además tenía una puerta que daba a la cocina y entre esas dos estancias se abría una gran ventana interior.

Marco se sentó en el sofá del comedor, Luca se puso a su lado, sonriente.

- No es mucho, pero aquí tendrás tu segundo hogar... - empezó a decir Luca con ternura. – si quieres, claro.

- Estás aquí, así que sólo por eso este sitio ya es bonito. – contestó. – Pero me gusta, el piso, tu oferta... tú... - continuó Marco mientras se acercaba a los labios de Luca.

Este le acarició una mejilla, y Marco se sentó sobre sus piernas, besándole.

No se escuchaba nada más, sólo el sonido de sus labios al contacto.

- Te quiero. – susurró Luca al oído de Marco, antes de recorrer su cuello con besos.

Marco se quitó el polo que llevaba y Luca hizo lo mismo. Se besaban apasionadamente.

En ese momento el móvil de Marco pegó un zumbido, precediendo a su melodía de llamada. Era una de esas horribles predeterminadas.

- Cógelo anda, puede ser importante. – dijo Luca entre jadeos.

Marco se revolvió con un pequeño gemido, obviándole.

Le desabrochó el pantalón.

Luca metió la mano en el bolsillo del chico y sacó el móvil, lo descolgó. Puso el manos libres.

- ¿Marco? – se escuchaba una voz al otro lado. - ¿Marco? – insistía.

Luca miró a los ojos a su compañero, pidiéndole que lo cogiera.

De mala gana contestó.

- ¿Sí? – contestó borde.

- Me llamo Álvaro. – era una voz seca, segura e inquietante. Hizo una pausa. – Y hace un año que me follé y maté a tu hermana.

Silencio.

Desde el otro lado del teléfono colgaron.

Marco se quedó petrificado, al igual que Luca. En aquel momento se podía notar el peso del oxígeno en el aire.

Marco estranguló un cojín para contenerse.

Luca le abrazó.

EL PRIMER PENSAMIENTO EL MEJOR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora