- REFLEJO - c.34.

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En los días siguientes el calor seguía anclado al suelo. Empezaba a ser agobiante.

El tiempo se había vuelto una tortura, Marco no tenía nada que hacer, no sabía cómo gastar las horas y seguía sin recibir noticias de Luca.

Había llegado el punto en el que daba igual cómo, pero le necesitaba en su vida, porque sin él perdería la mayor parte de ese 'fuelle' que te impulsa hacia delante.

Recordaba los primeros días en los que no sabía nada de él. Resultaba más sencillo, pero ahora que se estaba convirtiendo en un extraño a la vez que se alejaba de él, no eran pocas las veces que se encerraba en el baño para llorar. A veces las lágrimas no le salían, y una gran presión se instauraba en su pecho, haciendo que tuviera ganas de gritar, pero ni los gritos le salían.

- Despierta Marco. – susurró Carmen a su hijo. Este se revolvió sobre la cama. – Tómate tu tiempo, pero ven a desayunar.

Algunos días Marco se pasaba horas sin comer, no era capaz. El simple contacto con la comida a veces le hacía vomitar. Le pasaba algo serio, pero no sabía el qué ni cómo arreglarlo.

El pantalón de su pijama se movía al ritmo de sus pasos, le quedaba algo grande, pero era lo mejor para aquel calor. Entró al salón y se encontró sobre la barra de la cocina algunos dulces junto a un vaso de leche y un zumo de naranja. Su padre sonrió.

- ¿qué te apetece hacer hoy hijo?

- No tengo ganas de nada papá... lo siento. – contestó Luca con tono cansado y triste.

- Cariño... es tu cumpleaños, - dijo su madre intentándole sacar una sonrisa. – Y papá y yo hemos pedido el día libre en el trabajo... algo tendremos que hacer.

- Ya he dicho que no tengo ganas, joder.

- ¡No hables así a tu madre! – gritó Fabio.- Desayuna y ves a tu cuarto, y no salgas. – terminó antes de salir al recibidor y coger las llaves del coche.

Marco supo que se había pasado. Y estaba inquieto por ello. ¿Dónde habría ido su padre con el coche?

Pasaron los minutos, eternos en su brevedad real. Sonaron pasos tras la puerta del piso, luego la llave en la cerradura. Fabio tenía el semblante serio, dejó las llaves en el recibidor y pasó al salón. Para entonces, Marco ya estaba allí, junto a su madre, ambos esperando a que este comenzase a hablar.

- Fui a buscar a Luca. Primero a la tienda donde trabaja, - hizo una pausa.- y luego a su piso.

- ¿Y qué ha pasado? – preguntó Marco, la incertidumbre se le agarraba al pecho.

Fabio sacó una hoja de papel de su bolsillo, estaba doblada por la mitad.

- Estaba pegada en su puerta.

A Marco le temblaban las manos, tragó saliva y la desdobló, pero no fue a mejor cuando leyó lo que ponía en aquella nota.

'Álvaro ha estado aquí'

- Cuando pregunté por el en la tienda, sus compañeros me dijeron que no iba desde hace unos meses. – Fabio hizo una pausa. – Y que por ello el jefe tuvo que despedirle.

Carmen, que también leyó aquella nota, se levantó del sofá y fue hacia la ventana más próxima. Allí se quedó mirando la ciudad, con los brazos cruzados.

- Y cuando llegué a su piso y vi la nota, - hizo una pausa mirando a Marco. – piqué la puerta, pero no abrió nadie. Así que llamé a la puerta de enfrente. – cogió el trozo de papel y lo volvió a doblar. – Abrió una señora mayor y me contó que hace semanas, un chico que no había visto nunca entró en la casa y que al poco de llegar Luca, ambos se marcharon de allí.

- Ese chico otra vez... - musitó Carmen.

Marco también se había levantado del sofá, andaba de un lado para otro, nervioso.

- ¿¡Habrá que hacer algo no?! – dijo al fin.

- Sí, relajarte. – contestó su padre mientras le llevaba hacia el sofá.

Carmen parecía estar ida.

- Quizás ya sea demasiado tarde... - susurró.

Marco se levantó, fulminó a su madre con la mirada y fue a su habitación.

Se vistió tan rápido como pudo. Este tiempo no había hecho nada por no llegar al piso de Luca y no encontrarse con nadie allí, porque esperaba que él reaccionase. Pero tenía que hacer algo o sería demasiado tarde.

Tras un 'si no vais a hacer nada, lo haré yo' marchó a la calle, tras un portazo. Estaba desatado, y aunque no sabía muy bien que hacer fue hasta la Policía.

EL PRIMER PENSAMIENTO EL MEJOR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora