1. Ha vuelto

83 5 22
                                    

ERICK

Nada me pudo haber preparado para enfrentarla hoy, ni siquiera el hecho de conocerla de toda la vida. No tenía idea de que iba a volver y acabo de quedar como el ser más patético sobre la tierra. Simplemente no fui capaz de mirarla por más de treinta segundos, no fui a saludarla como lo hicieron los demás.

No pude.

— ¿Por qué no me dijiste que Sam volvía? —abordo a mi mejor amigo de toda la vida.

—Yo tampoco sabía, me ha sorprendido —responde Alex.

— ¿Qué? Es tu hermana, ¿Cómo no ibas a saberlo?

—Vino por su cuenta y no le dijo a nadie.

— ¿Cómo hizo para salir del internado? —pregunto.

— ¿De verdad no lo sabes o te haces el que no? —Pone sus labios en línea recta.

—Sus padrinos, supongo. —Ruedo los ojos.

—Sí. Ya sabes como ella los controla para salirse con la suya —manifiesta con seguridad. Asiento y arqueo las cejas.

Alex tiene razón, todos saben que Samara suele conseguir siempre lo que desea cuando de sus padrinos se trata.

—Necesito que me hagas un favor, ya sabes.

— ¿Cuál?

—Quiero que me ayudes a cuidarla.

Mala idea, Alexander.

— ¿De qué hablas? —Resoplo.

— ¿No te has dado cuenta como más de uno se la ha devorado con la mirada? No quiero que ninguno de esos perdedores se le acerque. —Niego con la cabeza ante su absurda petición.

—Supongo que sí, es normal. —Yo tampoco deseo tal cosa.

— ¿Normal? —Arruga la frente—. ¿Te parece eso normal?

—Tu hermana es hermosa, asimílalo. —No puede ser que lo haya dicho en voz alta.

—Te estoy pidiendo un favor. Eres mi mejor amigo, mi hermano, voy a hacer como que no escuche eso de que es hermosa. —Pero lo es.

Es la chica más hermosa que he podido conocer en mi puta vida.

Y gracias a ti he conocido varias, pero ninguna, ninguna como Sam.

—Está bien, tú ganas —me apresuro a decir.

—Quiero que la cuides como si fuese yo, promete que la cuidarás como si fuese tu hermana. —Tienes que estar jodiéndome.

— ¿Erick?

— ¿Qué?

— ¿Cuento contigo? —Arquea las cejas en mi dirección, esperando una respuesta que no tarda en llegar.

—Sí. —Alzo los hombros.

—Otra cosa... ¿La puedes llevar a casa? Tengo que ver a Nat a la salida y pues no quiero que se vaya sola.

No. No. No.

No estoy preparado para darle la cara.

No después de nuestro último encuentro.

— ¿Tengo otra opción?

—Vale, no lo digas como si fuera una tortura.

Porque lo es.

Es una maldita tortura.

—Solo bromeo. —Pongo los ojos en blanco.

—Por cierto, ¿Por qué no la has saludado? —inquiere con interés después de ver que no le dirigí la palabra cuando la vi llegar.

Into you © ✔️ [En español]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora