0. Puerto estrella

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Hacienda Puerto Estrella, Morelos, México.


— ¿Qué haces? —Me dice cuando estoy a milímetros de él—. No pretendas jugar con fuego a esta hora, Samara. Porque francamente, no creo poder aguantar tanto.

—Yo... —Me acerco tentadoramente a sus labios, suspiro y susurro en ellos—: Soy el maldito fuego. —Erick echa la cabeza hacia atrás negando con una risa a punto de tirar de su boca.

— ¿Desde cuándo te comportas de esta manera conmigo?

Desde que tus ojos encontraron los míos; cuando estando vulnerable me permitiste sostenerme en ti, cuando secaste mis lágrimas con tu magia, cuando me prometiste que jamás me iba a volver a sentir sola; cuando me dijiste que tu corazón siempre me iba a pertenecer, cuando sacrificaste todo por mi felicidad, cuando me di cuenta que estaba tan perdidamente enamorada de ti, como tú de mí. Cuando con tu sonrisa me calmaba, cuando al calor de tus abrazos se derretía el invierno; cuando decidiste esperarme, cuando rompiste promesas selladas desde antaño en estrellas lejanas, cuando te descubrí cobarde intentando esconder tus sentimientos, cuando nuestros labios callaron palabras y encendieron fuegos. Cuando nuestros cuerpos sin tocarse, hicieron el amor.


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Diez años antes.

Mismo lugar.

Mary y Diana reposan en sus tumbonas a la orilla de la piscina en el área privada de Puerto estrella. Los hijos varones de ambas se divierten en el agua mientras una adolescente Christine está tumbada en una toalla sobre la parte cubierta de césped, con sus audífonos puestos y unas gafas de sol con marco de corazón protegiendo su vista.

Mary Bentley es una madre fértil; ella y su esposo, Benjamin Bentley, aman a los niños. Christine es su hija mayor, Alexander el segundo y ambos son de cabello castaño oscuro y de ojos azules como los de su madre. Samara, la menor y consentida de los Bentley, ha heredado el cabello castaño casi rubio y los ojos verdes rasgados de su padre.

Benjamin, Mary, Christine, Alexander y Samara son los Bentley.

Diana Harris es la orgullosa madre de Erick. Lograr tener a su bebé fue un camino bastante difícil para ella. Su pequeño rubio ha heredado sus hermosos ojos verdes y los rasgos europeos de su padre, Jerome Harris.

Jerome, Diana y Erick son los Harris.

— ¡Mamá! —grita Chrissy, como la suelen llamar sus padres.

Mary alza una ceja en dirección a ella para descubrir a Alex y a Erick lanzándole agua con sus pistolas a juego.

—Ya dejen de molestar —los regaña viendo como su hija mayor se levanta furiosa y se dirige a la casa grande por el camino empedrado.

—Ahí va mi futura Drama Queen —le dice a su amiga.

A los lejos se aparece Louise, la nana de los Bentley, acompañada por una figura femenina que no tardan en reconocer ambas mujeres.

—Luna, que sorpresa verte por aquí —saluda Diana a la morena de abundante cabellera rizada y ojos esmeralda. Lulú se retira dándoles privacidad.

Hace mucho tiempo que las tres no tenían contacto desde que Luna se había emparentado con un francés que la sacó de su vieja vida como la futura vidente del pueblo más cercano a Puerto estrella, al heredar las dotes de adivina de su anciana madre.

A pesar de que las madres la recibieron con una ensanchada sonrisa, la mirada de Luna solo tenía oscuridad para ofrecerles. Se llevó instintivamente una mano en el pecho al sentir lo temido.

—Hay secretos buscando adelantar la muerte.

Un escalofrío recorrió a las mujeres antes de que la voz de Alex interrumpiese el momento.

—Tía Didi, ¿Podemos ir a la cancha?

—Luego, saluden primero a la tía Luna —les dice Diana ocultando una creciente preocupación.

La morena les sonríe. Chrissy se aparece con la pequeña Sam de la mano.

—Aquí están Christine y Samara —anuncia la madre.

Luna le tiende la mano y le acaricia el cabello a la menor de los Bentley. Se queda en silencio y le ofrece una sonrisa, todos los presentes en la hacienda de los Harris se limitan a ver la escena. Luna observa con cuidado a Samara, toma las manos de la pequeña entre las suyas y de inmediato su mirada viaja hasta otro presente. Sus ojos se posan en el hijo único de los Harris; lo repara de pies a cabeza y sonríe.

Mary y Didi se miran extrañadas.

—Lulú, llévate a los niños, por favor —pide Mary cuando Louise aparece con refrescos para las mujeres.

—Vamos, niños ¿A quién le provoca un delicioso helado? —Todos alegres menos Christine, van tras Lulú esperando sus helados.

Luna sale de su trance momentáneo. Didi y Mary la miran expectantes, pero algo alarmadas por lo dicho anteriormente; solo ellas conocen a Luna mejor que nadie y saben de su don.

Las mujeres se observan en complicidad como resultado de una amistad que nació en la adolescencia. Ambas se conocieron cuando eran pretendidas por el mismo chico y al mismo tiempo, sin embargo, esto les permitió olvidarse de él y ser las mejores amigas desde entonces.

La morena alterna la mirada entre las dos madres antes de decir:

—Ellos aún no lo saben, pero su destino... está escrito juntos. 


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Into you © ✔️ [En español]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora