13. Otro jodido cumpleaños

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ERICK

Hoy es el cumpleaños de mi hermano y lo vamos a festejar en el dichoso bar del tal Thomas, por insistencia de Suzie y Adrienne. La relación entre esta última y Alex va muchísimo mejor de lo que cualquiera hubiese apostado. Se nota que es una chica buena y ya se volvió prácticamente parte de nosotros.

Mi relación con Camille —tan falsa como empezó—, no va nada bien. Tiene unos celos enfermizos hacia Sam que pueden poner en riesgo todo lo que hemos ocultado hasta ahora y pues Alex se da cuenta de muchas cosas aunque no las comparte.

Necesito salir de ese agujero que me consume llamado Camille. Mi gran dilema son los Bentley. Ya he lastimado demasiado a Sam desde que me ennovié con la pelirroja en mi fiesta de cumpleaños delante de todos y luego de haberle besado y confesado muchos sentimientos; francamente no me atrevo a decirle a Alex lo que siento por ella para escapar de esta mentira, tampoco me quiero arriesgar a que Camille se lo haga saber porque sería mucho peor que escucharlo de mi propia boca.

Mirrors, como indica su nombre, es un bar repleto de espejos; pisos, techo, paredes, incluso la barra es como entrar al salón de los espejos del parque de diversiones, pero en vez de encontrar tu reflejo con toda clase de distorsiones, encuentras gente fuera de sus cinco sentidos, tomando alcohol como si no existiese un mañana.

Las chicas no tienen problemas para entrar gracias a quien ya sabemos. El lugar está a reventar, mi hermano luce demasiado feliz después de tanto tiempo sin celebrar su cumpleaños y el ambiente entre nosotros pinta en calma, aunque por dentro me muero de ganas por estar al lado de Sam.

Mi pelusa está hermosa. La había visto desde temprano con su vestidito blanco y pensé que si supiese hacerlo, le compondría muchas canciones, pero entre los dos, ella es la de los versos.

Yo como siempre, me encuentro con Camille encima, que no se despega ni un instante de mi lado. No me deja respirar, es demasiado demandante y absorbente su sola presencia. En un momento casi todos están bailando en la pista, hasta Camille milagrosamente se ha dejado seducir por la música y el buen ambiente del bar, pero no soy de los que bailan ni que lo hiciese bien.

Sam se acerca sonriéndome con timidez al sofá donde estoy recostado. Por el alto volumen de la música, se debe pegar a mi oído para hablarme.

— ¿Qué haces? ¿No bailas? Hasta la pesada de tu novia se está divirtiendo.

No le respondo enseguida, mis labios se curvan en una media sonrisa y la miro por unos instantes que nunca son suficientes con ella tan cerca.

—No te voy a decir que tu sonrisa es mi debilidad, porque toda tú lo eres, pero me encanta verte sonreír. —La observo de lado.

—No me digas esas cosas porque soy capaz de besarte aquí mismo y pedirte que la dejes sin importar las consecuencias que eso traiga.

La miro a los ojos perdiéndome en ellos y entrelazo una de mis manos con la suya. Está demasiado hermosa y sí, yo también me muero de ganas por probar esos labios que me tienen preso en su existir.

— ¿Lo harías? —inquiere sacándome del hechizo por el anhelo de sus besos.

— ¿Uhm? —pregunto algo perdido.

— ¿La dejarías si te lo pido? —insiste con su pregunta.

—Sam, si me lo pidieras le quitara los diez anillos a Saturno y te los pusiera en cada dedo, pero...

—Entonces hazlo, déjala—interrumpe.

—No es tan sencillo como dices, sabes que puede arruinar muchas cosas.

Into you © ✔️ [En español]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora