24. La amo, joder

20 2 0
                                    


ERICK

¿Cómo saber si dos personas están destinadas a estar juntas? ¿Para siempre, quizás? ¿Son diamante o son humo? ¿Son un memorable verano o un fatal invierno? ¿Son una dulce primavera o un desolador otoño? ¿Van o vienen? ¿Se quedan o se marchan? ¿Nacen en la raíces de la valentía o mueren en las viles manos de la cobardía?

Samara llegó a mi vida incluso cuando apenas podía balbucear y aunque se marche y regrese una y otra vez, permanece en mí como aquel pendiente sin resolver. No es algo que le deba a ella o me deba a mí mismo. No. Es la chica que siempre ha estado impresa en mi piel, desde mucho antes que mi boca probara la verbena de sus besos, desde mucho antes que la realidad se vistiera de color, desde mucho antes que el pasado se tornara oscuro, lejano, una pesadilla y un sueño a la vez. Pero por mucho que me acerco a los bordes de ese amor, las líneas parecen desdibujarse y adquirir nuevas formas, unas que están lejos de lo que ambos esperamos.

Lleva dos días sin hablarme, sin envolverme en la tibieza de su mirada, sin lanzarme ni siquiera una exhalación cercana. Y lo sé. Soy siempre el que lo jode todo con ella, pero ya no más.

Alex ha estado algo raro conmigo, mas no ha insinuado nada de lo sucedido. No sé si no se entera de nada o simplemente está esperando que me ponga los putos cojones y se lo diga a la cara.

Es por ello que al terminar las clases me acerco antes que se dirija a su auto.

—Hey.

—Hermano, ¿Qué hay?

—Yo... Sí... ¿Cómo estás? No hemos hablado mucho últimamente.

—Lo sé, he tenido demasiadas cosas encima. La ida a San Francisco, Adrienne, Sam... —suelta eso último con lentitud y escrutándome con la mirada las posibles reacciones.

—Sí, sobre eso...quería hablarte.

— ¿Eso?

—Sobre ella —manifiesto sin mirarlo demasiado. Se me escapa de a poco la valentía cuando se pone serio y se hace el desentendido con el mundo en general.

— ¿De qué quieres hablar exactamente? ¿Ha hecho algo? ¿Te ha dicho algo? —se alarma.

—No, no. No hablemos aquí, prefiero hablarlo en tu casa o en la mía.

— ¿Qué sucede, hermano? Me asustas.

Las palabras me están jugando una pésima broma en este preciso instante. No consigo decir una frase decente o en condiciones. Divago más que nunca y me hundo yo solo sin salvavidas.

—Tranquilo, no es nada grave. Lo hablamos en tu casa por la tarde.

Asiente lentamente y mirando a la lejanía. Luego busca mis ojos y me siento inmediatamente como la mierda.

Lo observo marcharse mientras me adentro a mi auto y desde allí espero cuando ella sale junto con sus amigas y se suben con Alex. Dejo que el carro se ponga en marcha y me tomo unos minutos más de reflexión interior.

Tengo tantas cosas en la cabeza, que no sé por dónde empezar a fijar mi atención, pero la necesito.

Arranco el auto y me voy directo hacia el garaje de la casa. Esta vez no me detengo a buscarla con la mirada porque aquello me hace más mal que bien. Me paso por la cocina y le planto un beso a mi madre en el cabello.

—Buenas tardes, ¿Qué estás cocinando? Huele muy bien.

—Hijo. Estoy preparando un poco de pasta para los dos, algo sencillo. Tu padre llega tarde hoy.

Into you © ✔️ [En español]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora