23. Culpa

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ERICK

Lo que empezó como un completo acto de valentía, se convirtió rápidamente en un pobre intento de la vida por hundirme en las arenas movedizas de la cobardía.

Luego de una tierna sesión de besos con Sam —porque solo así es que lo puedo definir—, los fuegos artificiales cesaron y decidimos regresar con nuestro grupo. Como era de esperarse, Alex ya se había marchado junto con Adrienne. Los planes de una noche romántica entre ellos llevaban orquestándose desde hace días atrás y mi mejor amigo se había esforzado demasiado para lucirse con su chica. Supongo que oponerse rutinariamente a lo mío con su hermana podía esperar un poco más.

Como si la vida se burlase de mí en mis propias narices, posponiendo lo inevitable, no pude hablar con Alex al día siguiente de las festividades porque recibió una importante llamada de un equipo de Baloncesto y tuvo que volar de inmediato hacia San Francisco.

Ciertamente tengo bastante prisa por aclarar las cosas y encararlo manifestando mis sentimientos hacia Sam. La reacción no va a ser buena —eso es seguro—, pero poco me importa a estas alturas. No se trata solo de mí o de mis deseos o sentimientos, no. Aquello también involucra a Sam y no pretendo seguir enterrándonos deliberadamente.

Estoy jodidamente enamorado de ella y aquello me resulta aterrador en la misma medida que maravilloso. Ella lo sabe, se lo he dicho un par de veces, se lo he demostrado con más que besos inocentes y otros más entre cuerpos desnudos.

Ahora necesito decírselo a la cara porque joder, estoy casi, casi seguro que él sabe que estoy loco por ella desde hace tiempo, incluso antes que yo mismo lo descubriese. Mi temor es el cómo lo va a tomar, si seguirá en negación, si será un obstáculo, si continuará prohibiéndome cada puto segundo que no la vea de la manera en que lo hago. Porque lo hago. La miro como si nunca pudiera obtener suficiente de ella, como si en un mero parpadeo se fuese a esfumar, como si danzara espectacularmente alrededor de mí en la eternidad.

Estoy tan perdido en esa piel llena de constelaciones que deseo explorar cada vez un poco más. Quiero besarlas una a una hasta conquistarlas, nombrarlas y proclamarme su dueño. Ella a veces desconoce el inmenso poder de ese atractivo natural y yo simplemente caigo a sus pies sin poderlo evitar.

Solo necesito decirle eso a Alex, claro que sin tantos detalles. Pero lo conozco tan bien que sé que va a decir que no soy lo que ella necesita en estos momentos. Así que debo convencerlo de que aunque no sea lo más conveniente en su condición, soy lo más puro que alguna vez alguien le va a poder brindar.

Y no. No es que me crea el único capaz de amarla, es que la conozco desde siempre, que inconscientemente mi mente y mi corazón llevan silenciosos años descubriendo toda esa explosión mágica de colores que ella representa, todos sus indisolubles matices; delineándola en carboncillo y luego en las más vivas acuarelas para descubrirla indiscutiblemente hermosa, caóticamente perfecta e intensamente sensual.

Esta mañana me encuentro más ansioso de verla que de costumbre. Como su hermano no estaba, he pasado por ella muy temprano todos estos días para llevarla al instituto y tener breves sesiones de besos en mi auto antes de regresar a la monotonía escolar. Sin embargo, en cuanto salgo del garaje me doy cuenta que el auto de Alex se encuentra parqueado justo afuera de su casa.

Parece que está de regreso y eso me pone inmediatamente nervioso.

Le escribo a Sam, pero no obtengo respuesta inmediata de ella. Me pongo ansioso y entonces decido plantarme en su entrada y sonar la bocina un par de veces, pero nadie aparece. Insisto nuevamente texteando a Sam e incluso a Alex, mas ninguno de los dos responde.

Into you © ✔️ [En español]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora