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22. Fuegos artificiales

SAMARA

El viaje de vuelta a Houston resulta ser toda una pesadilla, aguantándome los comentarios innecesarios de Alex sobre la interesante pareja que parece haber surgido entre Erick y Sandy, teniendo que demostrar cierta apatía hacia el asunto, aunque por dentro se alzaran las paredes del infierno a lo largo de mi garganta, conteniendo la lava que moría por brotar en forma de palabras de mero desprecio hacia la puñalada trasera que me había dado.

Por momentos no entiendo si es que no soy demasiado obvia con las miradas que le lanzo al rubio de mis sueños, si la obligación de ocultar lo que siento por él ha funcionado tan bien, que mi hermano ignora lo loca que Erick me vuelve con solo una mirada, lo brillante que parece la realidad cuando está cerca, la forma en que mi corazón se acelera y ralentiza al mismo tiempo, en una lucha incansable y determinante porque solo él pueda notar el efecto que tiene su ser en mí, pero que pase desapercibido para los demás.

Al aterrizar en Houston me quedo sola en casa desempacando. Lulú aprovechó nuestra ausencia para visitar a unos parientes y no ha regresado. Mi hermano y Erick van en la camioneta de este último a dejar a las chicas en sus respectivas casas. Llamo a Sisi por teléfono y está de camino a la ciudad, intentando llegar a tiempo para mañana.

No quiero contemplar ni por asomo la posibilidad de que Alex vuelva a invitar a Sandy para ver con nosotros los fuegos artificiales o peor aún, que sea el mismo Erick quien la invite por presión de mi hermano o porque en realidad así lo desea.

Tengo varios asuntos en mente que merecen mucha mayor atención de mi parte, en cambio me la paso atormentada con deseos imposibles, desdibujando caricias y azotando mi piel con una fusta envenenada de celos mal infundados.

Este viaje lo ha cambiado todo para mí, para los dos. Sin embargo, no dejo de pensar en que seguimos siendo la misma pareja idealizada de siempre, porque no pasamos de ahí, de vernos a escondidas, de alimentar con cenizas un fuego que amenaza con extinguirse.

Me reprocho de momentos sentirme atada a él, pensando ¿Por qué no me fijé en alguien menos complicado para el destino? ¿Quién es el valiente y quién el cobarde entre los dos? O más bien ambos hemos sido valientes en tinieblas y cobardes a plena luz del día.

¿De verdad no podemos estar juntos? ¿Quién lo dice? ¿A quién le afecta? ¿Por qué algo que se siente tan perfecto en privado no lo puede ser también bajo la inquisición de un público que no es para nada ajeno a los dos? ¿Alguna vez daremos un paso más, aunque sea en falso?

Enredada entre las suaves espinas de un amor que busca tentar la realidad, me dejo vencer por los miedos, sumados a un mundo paralelo repleto de acusaciones que no paran de atosigarme la cabeza, desanudando los tímidos lazos que se han forjado durante el viaje, dándome una cachetada con un hacha, abriendo las heridas de mi inseguridad.

Es un ir y venir con bases débiles que de vez en cuando juegan a timar la fortaleza de una relación sin nombre.

El resto del día transcurre con tortuosa lentitud, quizás en su pobre intento por prolongar los golpes que están por venir o por detenerse en este día, conociendo el resultado de una posible mala fortuna.

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El cuatro de julio despierto muy temprano gracias a la llegada de mi mejor amiga y su prima. Ambas están tan emocionadas por que será la primera vez que pasan esta fecha junto a sus respectivos novios.

Suzanne estará con Karl y su familia. Parece que las cosas entre ellos van marchando muy bien. He tenido pocas oportunidades de tratar a Karl. Me cae y bien y espero que Sisi decida integrarlo más a nuestro círculo de amistades, una vez esté segura de que lo suyo tenga futuro. Sé que lo hace por eso, porque aunque se haga la más valiente y decidida entre las dos, tiene los mismos miedos que cualquier chica de nuestra edad. Miedo de ser burlada al entregar el corazón sin medida.