29. Un funeral

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SAMARA

Antes de entrar al hospital me tropiezo con Alex y de inmediato me lanzo a sus brazos.

— ¿Por qué nos pasa esto de nuevo en tan poco tiempo? —No contengo el llanto y me dejo llevar envuelta en su abrazo.

—No lo sé, Sam, ojalá tuviera una respuesta para esto.

— ¿Dónde está? —pregunto haciendo un esfuerzo por calmar el llanto.

—En la sala de espera, está muy mal, no sabemos qué hacer. —Sorbe su nariz. Se nota que ha llorado bastante.

— ¿Y Didi?

—Ella... está como en shock, no sé, no ha dicho nada desde que nos dieron la noticia. No habla, solo ha estado llorando.

—Quiero ir con ellos —manifiesto con el alma en pedazos.

—No creo que sea buena idea, esperemos afuera. —Me agarra de las manos.

— ¡Pa... despierta, no me hagas esto! —Nos paralizamos al escuchar un grito desgarrador que proviene del interior del hospital.

Me tapo la boca ahogando inútilmente un llanto. Es Erick, lo sé, reconozco su voz y su dolor a través de ella.

— ¡Sam, no! —grita mi hermano intentando retenerme, pero ya es tarde. Yo corro buscando llegar a él.

No puedo simplemente permanecer afuera y dejarlo sufrir en soledad. Necesito estar a su lado aunque rechace mi compañía.

Corro como puedo con Alex pisándome los talones, me identifico en la entrada como pariente del fallecido y al parecer eso les basta para dejarme pasar. Camino en dirección a la sala de espera y allí está él, sentado en el suelo con la cabeza hacia atrás y los ojos cerrados; las lágrimas se deslizan amargas por sus mejillas mientras aprieta los dientes y los puños.

Didi se encuentra muy cerca, de pie y con la espalda recostada contra la pared. Su mirada parece ausente y ajena del espacio que ocupa. La cabeza también la tiene echada hacia atrás y las lágrimas salen de sus ojos desbordantes e imparables.

Camino directo hacia ella y la rodeo con mis brazos. Su cuerpo se siente frío al primer contacto y no corresponde a mi abrazo; solo aumenta el volumen del llanto y continúa en silencio, inmersa en una especie de estado catatónico.

Miro hacia Erick y nuestros ojos conectan, pero su mirada está plagada de un dolor profundo; la sostiene hasta arrugar su rostro con fuerza dejando salir un poco más de ese llanto.

Me encamino a él, me dejo caer a sus pies y lo abrazo. Se desmorona en mis brazos sujetándome fuerte de la camiseta al tiempo que deja escapar comentarios tristes, denotando decepción y rabia con la vida por haberle arrebatado a su padre. Llora negando violentamente con la cabeza y no hallo mucho que decirle porque sé perfectamente que no hay palabras de consuelo suficientes para alguien que ha perdido a un ser amado.

Solo lloro abrazada a él en el frío suelo de aquel hospital hasta que sentimos a mi hermano unirse a nosotros.

—Lo siento mucho, hermano —le habla al oído y luego besa su cabeza.

Yo me aferro a su cuerpo, no lo quiero soltar para que por lo menos sienta que estoy con él en cuerpo y alma, que lo pienso acompañar en su dolor y ser mil veces su pañuelo de lágrimas.

Alex se separa de nuestro lado para ir con Diane. Lulú llega también al rato y se une a ellos.

Erick ya no aprieta nada con fuerza, ni siquiera a mí. Lágrimas siguen resbalando de sus ojos, pero anda medio desconectado de la realidad. Me incorporo para besarle la mejilla y expresar lo mucho que lo quiero.

Into you © ✔️ [En español]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora