18. Estoy loco por ti

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SAMARA

Nos quedamos ineludiblemente dormidos y al final no presenciamos ningún amanecer. El cuerpo me duele un poco al despertar, porque los asientos resultaron bastante incómodos para dormir, pero el haber estado con él, abrazado a mi pecho, lo recompensaba a sobremanera.

— ¿Qué haces? —inquiero tras descubrirlo observándome con ojos entornados.

— ¿No te puedo mirar? —pregunta en un susurro.

—Soy un desastre de cabello alborotado. —Exhalo nerviosa.

—Me encanta tu cabello. —Su mano viaja directo a acariciarlo y sonrío al recordar porque me dice pelusa.

Hace algunos años hubo una pijamada en su casa y en la mañana yo había despertado con los cabellos vueltos nada, como si recién hubiese salido de una pelea callejera con una pandilla de peluqueros furiosos. Se echó a reír en cuanto me vio y lo odié en ese preciso momento, pero entonces me abrazó y me dijo tiernamente al oído que era la pelusa más hermosa que había visto. Yo me sonrojé al máximo; desarmó todas mis piezas, ya estaba pérdida por él.

—A mí me encantas tú —me aventuro a decirle antes de incorporarnos, salir del auto, estirar las extremidades y sentarnos adelante con Erick listo para conducir.

El hambre nos ataca temprano mas no nos detenemos durante el camino por algo de comer. Debíamos volver cuanto antes a Houston.

Regresamos a la ciudad y me deja a escondidas en casa de Sisi para evitar el sermón de Ruby, no sin antes despedirnos con un discreto beso en los labios; él se va directo a la suya, intentando que mi hermano no lo escuche llegar y conecte sus ideas sobre los dos.

Esa es la última vez que lo veo el fin de semana antes de regresar a la pesada rutina escolar. Una que realmente quería evitar.

El domingo mi hermano me sorprende con un día solo para los dos. No hablamos de nada que nos ate a la realidad, nos volcamos enteramente en los juegos del centro comercial y luego me lleva a mi librería favorita por cinco ejemplares más para mi colección de libros. Todos en pasta dura y con calidad de primera. El paraíso.

Yo misma estoy a punto de traer el tema de Eliza a colación cuando él me silencia expresando lo feliz que se siente de mi regreso. El pecho se me comprime por la culpa, sobre todo por hacerlo vivir tan malas experiencias.

Si Christine estuviese con nosotros, esto resultara más sencillo de sacar adelante.

— ¿Qué te parece la idea? —pregunta al sorber un poco de su limonada. Camina junto a mí, yo bebo de la mía y no me detengo a mirarlo para responder.

—No estoy muy convencida.

—Tampoco yo, pero este año me propuse cambiar ese ánimo y eso implica que mucho de lo que solíamos hacer juntos, regrese a la normalidad.

—No lo sé, Alex, es que...

—Está bien, conmigo no hay presiones, sin embargo, Didi... sabes que ella no va a aceptar una negativa de tu parte.

Me quedo en silencio en tanto bajamos las escaleras eléctricas hacia el parqueadero del centro comercial.

—Mira, yo sé que Puerto estrella nos trae demasiados recuerdos de ellos, pero es una tradición que de seguro no querrían que perdiésemos de estar aquí.

—Pero no están...

—Lo sé, muñeca de mi vida. Créeme que sí —interrumpe—. No discutamos sobre esto ahora, ya llegará el momento para tomar decisiones. Sé de alguien que te puede convencer. —Lo observo de reojo y el me giña un ojo antes de desactivar el seguro de la camioneta para subirse del lado del conductor.

Into you © ✔️ [En español]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora