17. Primera cita

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SAMARA


El bichito de la expectación mezclada deliciosamente con la emoción de nuestra primera cita oficial, intrigaba en la misma medida que me ponía terriblemente nerviosa. Había esperado tanto porque un momento así se materializara por fin entre los dos, que jalaba las horas con una red de pesca en el mar del tiempo, para que nada pudiese privarme de vivir ese instante idealizado en incontables sueños de sol y luna.

Erick es de cerca el primer amor —si así es que se le puede llamar— del que ansío beber. No me importa cuantas piedras en el camino halle, lo quiero a él conmigo, así, sin más nada que una realidad donde pudiésemos coexistir como una infalible pareja.

En la noche nos escapamos en su auto a Kemah boardwalk, un centro de atracciones no muy lejos de Houston. Todo gracias a Adrienne, quien mantiene a mi hermano ocupado y a Sisi, quien también me respalda al decir que me voy a quedar a dormir en su casa.

Llegamos al caer la tarde, cuando las luces de cada atracción se encienden para contrarrestar la oscuridad de la zona. La fila de entrada no representa un problema para nosotros, porque aún no se llena el lugar.

En nuestra primera cita de verdad subimos al famoso ferris Wheel. Nos besamos en lo más alto del interesante recorrido como en una película de Reese Whiterspoon, pero a diferencia de lo que un joven Mark Wahlberg le hizo a ella, Erick solo se limita a los besos calientes conmigo, sin ir más allá de lo que la noche promete.

Me entra una punzada de duda. Sé muy bien que me respeta, pero... ¿Es posible que haya estado con alguien más? Digo, no me va a esperar toda la vida. Ni siquiera estoy muy segura de qué es lo que él realmente está esperando de mi o de esta cita. ¿Qué seamos mayores de edad? O quizás solo ha estado mintiendo todo este tiempo. Quiero preguntárselo, pero suena tan patético en mi mente que decido solo dejarlo ser, sin profundizar en aquello.

Él no tiene que esperarme en lo absoluto porque yo me siento lista para él, aunque en el fondo no lo esté del todo y aunque no sea lo correcto según dicta la sociedad, yo así lo deseo.

Nuevas dudas se pasean altaneras en mi mente. ¿Me pedirá ser su novia? ¿Qué dirá mi hermano de todo esto? Los pensamientos envueltos en dudas llueven sin parar. Las manos me pican de los nervios, los cuales pululan a lo largo y ancho de mi piel.

Él parece notar mis tribulaciones internas y me toma de la mano en un gesto tímido y tierno a la vez. Su mirada como pidiéndome permiso y solo cuando lo ayudo a entrelazar nuestros dedos, lo siento expulsar el aire que no sabía que había retenido deliberadamente.

— ¿Sabes que me gustaría? —comenta mientras caminamos tomados de la mano en el centro de atracciones.

— ¿Qué? —pregunto curiosa.

—Ir solo los dos a Puerto estrella y besarte en la cascada de la escalera con la luna de testigo. —Sonrío irremediablemente con esos recuerdos que evocan sus magnánimos deseos.

— ¿Cómo casi sucede aquella noche? —inquiero algo risueña.

—Me lo debes. —Me estiro y dejo un beso corto en su mejilla.

—Lo pagaré con gusto.

Nos acercamos a los puestos de comida y debatimos entre algodones de azúcar y manzanas caramelizadas. Pese a todos los toppings que llaman mi atención, me decanto por el algodón porque son más prácticos y menos vergonzosos de comer frente a tu cita.

Eric por su parte decide comprar una bolsa de palomitas que termino robándole de a poco. Él solo se ríe cada que cuelo mi mano en la bolsa y lo miro de manera inocente.

Into you © ✔️ [En español]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora