2. La otra hermana

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ERICK


¿En qué momento me enamoré de ti, Sam?

¿En qué momento te metiste tanto en mi piel?

Se mueve la perilla de mi puerta y sé que es ella. Antes de que pase abro nuevamente el cajón de la mesita de noche y guardo los lentes de sol que me trajo de Europa con mi nombre grabado al interior. No quiero que sepa que estaba pensando en ella.

La puerta se abre y allí está la chica que me roba y me devuelve la respiración al mismo tiempo.

No es muy alta, ni siquiera creo que sea de la altura promedio de chicas; pero ella no es promedio en nada, solo es ella, Samara. Castaña tirando a rubia, ojos verdes manantial y una sonrisa preciosa. Su piel... su piel está tatuada de constelaciones inexploradas.

Nos devoramos con los ojos, eso es seguro. Camina hacia mi cama y se deja caer a mi lado. Nunca pide permiso, entra sin avisar y arrasa con todo a su paso.

Muy a pesar de todo, hay un nivel de confianza entre ella y yo que no se compara a mi amistad con Alex. No sé cómo explicarlo, con ella simplemente surgen las palabras, adecuadas o no, pero lo hacen. Hasta los silencios se llenan a su lado; basta con tener su presencia para que todas las jodidas piezas encajen.

Dejo la mirada fija al frente. Si volteo hacía ella corro el riesgo de perderme y nunca más salir de allí.

—Perdóname por no avisarte que regresaba. Perdóname aún más por irme de la forma en que lo hice.

Empieza a llorar en silencio y solo eso me es suficiente para tenerla entre mis brazos; derramando lágrimas incomprendidas, temblando de miedo, apretando los dientes con rabia, divagando entre la angustia y el dolor que le produce volver aquí.

En el pasado traté de consolarla con crueldad, pidiéndole que enfrentase sus miedos, asegurándole que siempre iba a estar ahí para ella y eso es lo que va a tener de mí. Siempre.

¿Qué voy a hacer para no fijarme en ella?

Nada, porque todo está hecho. No quiero faltarles a dos personas importantes en mi vida, pero entre Alex y Sam, ella tiene todo de mí desde hace mucho tiempo y no creo que haya vuelta atrás. El problema es que no puedo elegir a uno sin herir al otro.

Se fuerte y enfrenta tus miedos.

Ella no es mi miedo, es mi mayor acto de valentía.

—Me duele demasiado estar aquí, pero no quería estar lejos de Alex, de Lulú, de tus padres, de mis amigas. —Silencio en el exterior y dos corazones que se mueven a mil en nuestro interior—. No quería seguir lejos de ti.

Nuestros ojos se buscan en el preciso instante en que suelta esa última frase. Mi boca se abre para decir algo pero no sucede. La miro directo a los labios, ella se los humedece torturándome en el proceso; Ambos esperamos otra vez ese beso, ese que nunca ha llegado y que tanto hemos necesitado.

Suspiro y la aparto, me levanto de la cama y camino hacia la ventana en busca de un poco del aire que ella me ha robado. La miro de reojo y observo como se encamina hacia la puerta.

—No te vayas, Sam —susurro más para mí que para ella. La veo marcharse y entonces recuerdo nuevamente aquella noche en que casi juntamos nuestros labios.

Estábamos en Puerto Estrella, la hacienda-hotel de mis padres ubicada en el estado de Morelos en México, donde solemos pasar todos los veranos. Convencer a Alex y a ella de ir no fue tarea fácil debido a la reciente muerte de sus padres, pero para mi madre no hay imposibles.

Into you © ✔️ [En español]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora