31. ¿Qué demonios sucede con los cumpleaños?

29 2 0
                                    



SAMARA

El resto de la noche transcurre sorpresivamente en completa calma. Pese a la tensión de horas previas y mi último altercado con Alex, logramos dormir los tres como podemos en la cama que perteneció a nuestros padres. Aunque ciertamente tardo un poco más que ellos en conciliar el sueño porque en mi mente no dejan de dar vuelta muchas cosas, especialmente Erick y toda la situación que tiene su mundo patas arriba.

Entiendo aquello de darle su espacio, pero en el fondo siento que me necesita, que me llama con el pensamiento; por ello quise escapar como dos veces durante la noche, pero mi hermano me abrazó fuerte a él para impedir que cometiese locuras a tan altas horas de la madrugada.

Otra cosa que me carcome la cabeza y el corazón son todas las sensaciones que me produce dormir allí nuevamente. No es fácil, pero extrañamente siento una calidez inigualable en el recinto; bien puede ser el tener tan cerca a mis hermanos nuevamente unidos, aunque sea algo meramente superficial, no me importa en lo absoluto, el tenerlos allí, conmigo y en esas circunstancias, llena cualquier vacío atemporal. O también podría decir que en el fondo nuestros padres están más cerca y regocijándose por haber resuelto medianamente nuestras diferencias.

Es inevitable no pensar en la adopción de Christine. Seguro que para ellos fue un acto de amor absoluto y no creo que mi hermana se sintiese poco agradecida por eso, más bien confundida, triste y algo decepcionada de que se lo hubiesen ocultado por tantos años y que justamente se enterase cuando ya no podía reñirles frente a frente y reclamarles por las mentiras.

Pienso también en Eliza y su lugar en nuestras vidas. Definitivamente nuestra realidad dista mucho de mantenerse en calma. Tanto adentro como afuera se maneja un completo caos.

Es un hecho irreprochable que nuestros padres habían orquestado diversas mentiras en nuestras narices. Que habían callado verdades y cargado con pesos que al final nos explotaron en la cara. La vida no halla aun el balance perfecto y todavía queda tela peligrosamente fina por cortar.

Despierto muy temprano para encontrarme con la cara de Alex y su mejilla amoratada, sentado en una poltrona en tanto observa a una recién levantada Christine que camina en su dirección. Él le sonríe a ella cuando busca sus brazos y yo le sonrío un poco a la escena antes de caer en nuestra realidad.

Ambos fijan sus ojos azules en mí; Alex estira su brazo libre invitándome a unirme a ellos. Salgo de las sábanas desperezándome y me acerco con una sonrisa nostálgica mientras que Christine se acomoda encima de Alex para cederme su otra pierna.

Allí nos abrazamos y sonreímos a la inmensidad antes de que besen mis mejillas deseándome un feliz cumpleaños.

Diecisiete.

Mi cumpleaños número diecisiete no empieza como en años anteriores cuando estaba toda la familia completa. Siempre los primeros en despertarme con besos, globos y cantos eran mis padres.

Me descubro observando mi reflejo en el espejo luego de salir de la ducha, con el cabello empapado goteándome la espalda, uniendo las minúsculas pecas con sus trazos sin color, y las mejillas coloradas por haber tomado un baño caliente con intenciones de relajarme un poco en esa fría mañana.

Derramo algunas lágrimas por quienes ya no están a mi lado y procedo a vestirme de blanco, un color que siempre solía llevar en estas fechas desde mi primer año de edad.

Peino mi cabello y bajo directo al comedor donde me espera el típico desayuno de cumpleaños de Lulú. Hay hotcakes por doquier, frutillas y miel de maple en frascos bastante fresca, huevos revueltos con verduras, mucho tocino, café con crema y jugo de arándanos.

Into you © ✔️ [En español]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora