7. No puedo más

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ERICK


Sam me deja cada día peor. Cada vez que pienso en pasar de ella, algo poderoso me arroja a su lado, algo que va mucho más allá de los límites de mi conocimiento. Es obvio que me gusta demasiado y que no quiero o no puedo dejar de verla, aunque así deben ser las cosas entre los dos, enterrar a kilómetros bajo tierra los sentimientos que irónicamente crecen con el pasar del tiempo.

Estoy jodidamente loco por ella y es que cuando la veo tengo que hacer un esfuerzo enorme para no abrazarla y desear el contacto de mis labios con los suyos y sé perfectamente que cuando eso suceda, ya nada ni nadie va a poder detener el inminente enamoramiento.

Nuestra salida al cine el otro día no ayudó en nada. Hay una evidente atracción entre los dos y ya no podemos seguir negándolo.

No tengo idea de qué hacer. Evidentemente le he prometido a Alex algo que cada segundo se vuelve imposible de cumplir. El que viva frente a mí, el que sea su hermana, el que la vea cada bendito día; sea en su casa, en la mía, en la escuela, asomada en su ventana o cruzando los pasillos no ayuda absolutamente en nada. No.

Es fin de semana y Alex nos ha plantado en el partido nocturno de básquet para salir con Adrienne. Al regresar a casa, tomo una ducha y me asomo por la ventana, cuando de repente veo a Sam vagar por los pasillos y detenerse en la puerta de la oficina de su padre. La observo abrirla y finalmente entrar. Siento una punzada extraña en el pecho y me visto en automático para correr hacia su casa.

Entro por donde siempre. Lulú está justo en lo que pensaba mientras espera a Alex y paso de largo para subir las escaleras que me conducen hasta la que solía ser la oficina de Benjamin. Encuentro la puerta completamente abierta y a Sam de espaldas a ella como ausente o ajena del espacio que ocupa. No hago ni un mínimo ruido, me limito a observarla recostado al marco de la puerta.

Transcurren unos cuantos minutos y ella se queda mirando fijamente algo que no recordaba. ¿Cómo se me pudo haber escapado aquel detalle?

Justo en frente tiene un óleo sobre lienzo que retrata a toda la familia Bentley. Las tonalidades coloridas parecen darle demasiada vida al cuadro y está claro que eso le afecta de sobremanera. Ahí están todos, con sus caras sonrientes y sus vestiduras impolutas, rodeados de un marco de madera tallada y de color dorado; el fondo es de un azul tan claro que parece descomponerse en blanco y evocar al mismísimo cielo. Corro hacia ella cuando se desploma de rodillas en el suelo, a los pies del óleo.

—Sam...

Nos abrazamos mientras ella llora y yo intento reprimir las ganas de hacerlo también. Su dolor me pertenece aunque ella no. Verla caer así, llorando, con su respiración irregular y sus pequeñas y delicadas manos empuñadas a rabiar, me hace recordar cuando recibimos aquella fatal noticia.

Estábamos justo en este preciso lugar, jugando a las preguntas de cultura general que ella tanto disfrutaba, solo para pisotearnos a Alex y a mí. Ok. Confieso que muchas veces dije la respuesta incorrecta a propósito solo porque me encantaba la cara que ponía al ganarnos. Ya estaba demasiado perdido por ella.

Aquella noche Lulú entró como loca a la oficina, con el teléfono al oído, destrozada y llorando. Realmente estalló en llanto frente a nosotros y fue ahí donde empezó el caos. Alex la obligó a hablar desesperado, ella no tuvo más remedio que soltarlo todo sin anestesia.

Sam se desmayó en mis brazos apenas Lulú habló. Su hermano estaba vuelto un desastre de llanto, gritos y rabia, golpeando las paredes con sus puños. Lulú quedó en shock y yo empecé a correr escaleras abajo con Sam en mis brazos. No tenía idea de que hacer, solo quería ponerla a salvo, aun cuando el daño ya estaba hecho, aun cuando el golpe fue fulminante.

Into you © ✔️ [En español]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora