➸5:04.

1.7K 157 0
                                    

Jungkook trató de acercarse al omega pero cada vez que lo intentaba, Jimin retrocedía más pasos. ¿Cómo se había arruinado todo en tan poco tiempo? En un minuto estaban en el aire y en la cima del columpio, y al siguiente en el suelo después de caer de este.

-¿Qué pasó? -preguntó en un hilo de voz, en cualquier momento se ponía a llorar también.

El contrario tardó en responder, estaba en shock y en su mente trataba de unir los hilos, pero al final todos llegaban a la misma conclusión. Porque lo había sentido, era exactamente el mismo sentimiento de hace casi tres años atrás. Respiró profundo para tranquilizarse y se dio cuenta que no había cerrado aquel capítulo como antes creía haberlo hecho. Aquel trágico capítulo en su vida, temía que jamás pudiera cerrarlo.

-Vamos, Jimin háblame -rogó-. No entiendo qué pasó o qué hice mal.

-¿Qué hiciste? -finalmente adquirió valor-. Tomaste ferometamina, ¿cierto?

-¿Ferometamina?

-No trates de negarlo, lo sentí.

-También lo sentiste, ¿verdad? -se acercó y trató de tomar las manos del mayor, pero al instante se soltó-. Conectamos Mimi y lo sentimos.

Volvió a tomar con fe las manos del omega y las entrelazó con las suyas, solo que esta vez el pelirrosa no se alejó. Aún seguían cayendo un par de lágrimas por sus mejillas que no lograba controlar. Por su parte, Jungkook se sentía decaído no solo porque no estaba seguro de que lo acusaban, sino también por ver en esa situación al omega y no saber qué hacer para ayudar.

-Solo dime ahora si lo tomaste, antes de que sea demasiado tarde -susurró con la voz quebrada.

-Fero, fero... Me suena... -luego recordó lo que un día vio en las noticias y al fin entendió todo-. ¡Pero es ilegal!

-¿Y crees que eso les detiene a los alfas de usarlo?

-Pero yo no lo usé -respondió con seguridad-. Lo que sentimos en aquel columpio... fue real. No una droga ilegal ni nada de eso.

Reforzó el agarre entre sus manos mirando a Jimin con esos ojitos que solo él sabía poner y luego soltó una de sus manos para llevar la del mayor a su pecho, justo en donde se ubica su corazón.

-Mira es real -el pelirrosa elevó su mirada hacia el más alto-. Así de desenfrenado late desde que te vi llegar a nuestra mesa del restaurante. Con tu cabello rosita moviéndose por la brisa y tus ojitos sorprendidos cuando me viste -sonrió leve recordándolo-. Me gustas mucho, y creo que yo también te gusto... Y no fue gracias a un fármaco.

El corazón de Jungkook latía muy rápido bajo la mano del omega, y seguramente el suyo también estaba en las mismas condiciones. Sintió su labio inferior temblar nuevamente, estaba cargado de sentimientos y las feromonas de Jungkook con las de él mezclándose a su alrededor hacían más difícil tranquilizarse.

-¿Me juras que no has usado ninguna droga?

-Te lo juro... -se acercó más-. Esto que sentimos es real, por favor créeme.

El lobo de Koo nunca había estado tan seguro de algo, porque aquel frenesí de sentimientos no era cualquier cosa. En especial el momento en el que sintió un aroma a durazno envolverlo haciendo despertar en él emociones que pensó solo pasaban en las películas de almas gemelas, eso le confirmó al alfa que no debía rendirse con Jimin.

-¿Juras juras?

El menor asintió colocando sus dos manos en las mejillas abultadas del omega. Estaban un poco mojadas, pero sus tibias palmas lograron transmitir el calor que necesitaba en ese momento de confusión. No quería que volviera a pasarle lo mismo. Lo que vivió hace años fue algo tan doloroso y hasta traumático como para querer atreverse a exponerse de nuevo. ¿Podía confiar en el alfa que tenía al frente? Era un niño en muchos aspectos, no solo en la edad sino también en su personalidad juguetona y jovial. Pero a pesar de ello, demostraba toda la madurez que tenía al estar parado frente al pelirrosa expresando sus sentimientos en voz alta y eso es algo que no muchos podían hacer.

-¿Puedo besarte? -susurró en un suspiro, anhelando cruzar esa línea en su relación.

Algo en los ojos de Jungkook le decían que debía confiar, que no debía temer y que él no lo lastimaría como antes lo hicieron. Decidió entregarse y creer en las palabras del menor. El alfa comenzó a agacharse lentamente en cuanto vio al de cabello rosa asentir con timidez. De pronto, todos esos sentimiento que antes sintieron quedaron en nada. Porque en el momento en que sus labios se tocaron, sus lobos estuvieron a punto de salirse de sus cuerpos.

El chocolate amargo y el durazno jamás habían quedado tan bien juntos.

Baby [kookmin au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora