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El taxi lo dejó frente a un gran edificio ubicado en una bonita zona de Seúl, donde siempre había sido su sueño vivir pero que al menos su mejor amigo lo logró. Miró a su alrededor, es un lugar tranquilo y que tenga cerca un parque lo hace aún mejor, porque a su linda Haerin le gusta mucho jugar con las flores. Entró al edificio después de guardar su cambio en el bolsillo y suspiró apenado pensando en que gracias a este gasto innecesario ahora quizás debía recortar otras cosas del mes o que debería trabajar extra, pero eso ya pensaría luego.

Una vez frente a la puerta del departamento de Jung tocó el timbre y al instante escuchó unos pasitos correr hacia la puerta. Sonrió de inmediato de solo imaginar la carita sonriente de la mini persona que corría, su mini personita.

-¡Bebé es papá! Ábreme -pidió en un tono de voz dulce desde el otro lado, a pesar de saber que la pequeña no podría alcanzar a abrir la puerta, pero que seguramente se emocionaría al oír su voz.

En cuanto la puerta se abrió, Jimin olvidó que estaba adolorido y cansado, simplemente corrió a los brazos de su bebé para llenarla de besos, pasando sin querer de largo al dueño de la casa que solo soltó una risita pues ya sabía lo mimoso que es el rubio con su hija.

-Gracias Hobi por cuidarla, ella siempre sonríe mucho cuando está contigo -exclamó viendo a la menor con los ojitos chiquitos sonriendo, luego hizo una pausa y bajó la voz-. También gracias por las pastillas -guiñó.

-No te preocupes -sonrió de vuelta-. Sabes que amo cuidarla. Y por lo segundo, un amigo que trabaja en una clínica me ayudó. Pero como ya era tarde solo alcanzó a darme las de efecto lento, perdón por eso.

-Me di cuenta -rió nervioso-. Solo espero no haber hecho nada raro.

Pero en el fondo ya sospechaba que sí hizo algo. Las muchas llamadas en su teléfono no eran normales, y mucho menos lo eran aquellos juguetes suyos que encontró sobre su cama y que parecieron haber tenido mucha acción anoche. El omega sabía de antemano que tarde o temprano llegaría su celo pues a la mayoría de omegas les vuelve al año de haber nacido su bebé, aunque eso sucede con aquellos que tienen a su alfa al lado... En el caso de Jimin, según explicó su doctor, su celo iba a tardar y que este podría ser más intenso al punto de actuar por instinto o tener períodos de amnesia. Es diferente cuando no tienes la marca de un alfa.

-Bueno, ya nos vamos -salió de sus pensamientos-, debemos ir a ver a Tae. Despídete Haerin.

La pequeña alzó su mano en dirección al más alto moviéndola de forma aleatoria en el aire, así se despedía en lo que aprendía más palabras.

-Aios papá -Jimin abrió grande los ojos cuando oyó esa palabra a pesar de que no sea la primera vez que la decía.

-No, Hae él es tío Hobi -repitió tratando de que la menor aprendiera, pero ella ya no le prestó atención pues ya había tomado su pequeña mochila y se encaminaba a la puerta.

-Ya te dije que no me molesta que me diga papá -elevó sus hombros.

-Ya lo sé... -decayó su ánimo-. Pero es mejor que no se acostumbre, cuando tengas tu omega y tus propios cachorros quizás no les guste que ella te llame así.

-Pues lo dudo, porque de ser mi predestinado estoy seguro que él o ella amarán a Haerin tanto como yo lo hago. Él y yo seremos almas gemelas -sonrió y su emoción llegó hasta sus ojos.

Aquella respuesta reconfortó al rubio y también esbozó una sonrisa enternecida al oír cómo hablaba Hoseok de su predestinado. Era bonito pensar en predestinados y en cómo algún día compartirías tu vida con alguien más, con una persona que fue hecha a tu medida. Pero para el omega era distinto, él creyó haber elegido a su pareja de toda la vida...

Nada más que se había equivocado.

Baby [kookmin au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora