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Las olas chocando contra la arena parecían coincidir con el compás de aquel beso. Adictivamente lento. Los pulgares de Jungkook trazaban círculos sobre las mejillas del omega y las manos de Jimin se habían agarrado fuertemente de los bordes del saco negro del más alto, aferrándose al deseo de que no se alejara y que su beso pudiera durar por mucho tiempo. Los labios del menor eran demandantes, pero a la vez muy dulces y el pelirrosa estaba encantado con aquella sensación.

-Durazno... -susurró sobre los labios del más bajo, recuperando el aire.

-¿Eh? -parpadeó un par de veces saliendo de su ensoñación en la que entró a partir de aquel beso.

-Tu aroma es de durazno.

Volvió a cerrar sus ojos tratando de sentir mejor el olor y bajó sus manos tocando con un dedo la mano contraria que aún seguía enganchada a su ropa, quería volver a entrelazar sus dedos y sentir esas ondas eléctricas de nuevo.

-Me gusta mucho -sonrió.

-¿Enserio?

Preguntó mirándolo dudoso y a la vez queriendo oír una respuesta afirmativa, pero el recuerdo de aquel alfa diciéndole que el aroma a durazno es un olor molestamente amargo le nubló por un momento. Bajó su mirada, no quería volver a escuchar lo mismo de nuevo, y mucho menos cuando estaba sintiéndose bonito para alguien después de tanto tiempo.

-Sí, es dulcecito -arrugó su naricita-. Enserio me gusta mucho, es más me encanta.

El aludido esbozó una ligera sonrisa sintiendo como el calor volvía a subir a sus mejillas y elevó de nuevo su mirada encontrándose con los orbes del alfa, quien en toda la noche no había dejado de mirarlo. Y lo miraba no como algo, sino como alguien a quien debía proteger y dar cariño. Quizás lo llamarían loco, y estaba muy seguro de que sus amigos lo harían, pero una noche con el omega le había confirmado lo que él ya antes creía. El chocolate estaba predestinado al durazno, y el durazno al chocolate.

-¿Puedo besarte de nuevo?

A diferencia de la última vez, en lugar de solo asentir y esperar que pase, Jimin tomó la iniciativa y se puso de puntitas para dar un pequeño beso sobre los suaves labios del menor. Uno pequeñito, de esos fugaces que te dejan con ganas de más, pero que el omega travieso quiso hacer para ver la carita de Jeon con los labios haciendo piquito, quejándose por tan poco tiempo. Lo haría de nuevo incluso, porque moría de ternura con ver cada una de sus expresiones infantiles.

-Hey, eso es trampa -se quejó haciendo pucheros.

-¡Intercambiemos cartas! -propuso el pelirrosa con la intención de cambiar el tema.

La boquita del alfa formó una "o", recordando que aún no se habían dado las cartas que trajeron. Así que emocionado metió una mano a su traje y sacó de él un sobre de color... Color durazno, sin dudas era una jugarreta del destino.

-¿Viste? Somos el uno para el otro.

Mimi soltó una risita al darse cuenta y sacó de su bolso también su carta. Las florecitas que había pintado más temprano las puso hacia arriba para que su diseño pudiera verse, estaba orgulloso de su trabajo, especialmente por todo el cariño que puso en él. Mordió su labio inferior y extendió tímidamente su carta hacia el menor, nervioso pero a la vez emocionado por recibir la suya.

-Está pesada -se sorprendió el pelirrosa al recibir su carta-. Oh Koo, esto es... -soltó en voz melosa al ver la razón del peso inusual del sobre.

-Prometí traerte las conchitas a nuestra cita -respondió con timidez-. ¿Te gustan?

-Me encantan -al igual que el contrario él también se había puesto tímido al reparar en que los dos eran unos cursis-. ¡No la leas!

Jungkook se sorprendió al oír eso del omega. Había estado a punto de desdoblar el papel para leer la carta, sin embargo no pudo.

-Léelo cuando ya no esté yo, ¿si?

-Pero...

-Es que me da pena -abrió sus ojitos poniendo una cara tierna que el castaño no tuvo otra opción que ceder.

-Bien, tú ganas Mimi. Entonces tú también lee la mía cuando estés en tu casa.

Hicieron un apretón de manos para pactar el tracto. Era gracioso que a este punto, después de haberse tomado de las manos, columpiarse juntos, llorado frente al otro, haber confesado sus sentimientos y finalmente darse su primer y segundo beso, aún así sentían pena de que el otro leyera sus sentimientos plasmados en una carta. Pero estaban bien con ello, porque avanzaban a pasitos de bebé, pero lo hacían.

-Ya es tarde... -se lamentó el mayor.

Si bien quería seguir pasando más tiempo con el alfa, sabía que tenía responsabilidades con su bebé. Además que no podía aprovecharse de la niñera pidiéndole que se quede hasta más tarde. Al fin y al cabo ambos habían decidido arriesgarse, así que esta no sería su última salida.

-Tienes razón... Te llevo a casa -pasó un brazo por sobre los hombros del más bajo-. Sé que caminamos todo este trayecto, pero dejé el carro en el estacionamiento del restaurante -admitió avergonzado.

-Pero estoy cansado... -apoyó su cabeza sobre el brazo de Kook-. ¿Y si mejor me llevas a caballito?

Baby [kookmin au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora