Capítulo 2

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Frente a mí, se encuentran cinco chicos, algunos de pie y otros sentados en el sofá del salón; y junto a cada uno de ellos una o dos chicas semidesnudas. Algunas besándose con ellos y otras bailando con sus cuerpos muy pegados.

¡Dios, qué pecado!

Mis ojos van hacia uno de los chicos; sentado en el sofá con una chica a horcajadas encima de sus piernas. Sus ojos café coinciden con los míos y mi corazón da un fuerte golpe que da inicio a una secuencia de latidos acelerados.

¿Qué me está sucediendo? ¿Me estará dando un infarto? ¡Dios, moriré en mi primer día en la calle!

Decido cerrar los ojos y calmarme. Respiro profundamente. Uno, dos, uno, dos. De un momento a otro la música se detiene y alguien toca mi brazo; ese gesto me hace abrir los ojos y saltar asustada. Frente a mí esta uno de los chicos, rubio con ojos verdes. Me da una sonrisa amable y habla.

—Hola, tú debes ser Amelia ¿cierto? —Me voy calmando al oír su voz suave.

—Sí, soy yo. —Susurro casi inaudible. Todo esto me tiene nerviosa, nunca había presenciado algo así. ¿Dónde están los señores Jones? ¿Por qué solo veo chicos y chicas descarrilados?

El chico frente a mí voltea hacia el resto de los chicos del salón y habla fuertemente.

—Vamos, todos fuera, se acabo la fiesta. —Las chicas protestan pero hacen caso a sus palabras y se marchan pasando por mi lado mientras yo intento no mirarlas. Veo que los cuatro chicos se quedan aquí.

—Un gusto Amelia, mi nombre es Nick Jones. Lamento que presenciaras lo de hace unos minutos, no sabíamos que vendrías justo hoy. —Me extiende su mano y yo la acepto.

Entonces es el hijo de los señores Jones.

Veo que el resto de los chicos se acercan a saludarme y vuelvo a ponerme nerviosa. Nunca he estado rodeada de chicos, solo tengo el recuerdo de uno, y ahora tengo a cinco a pocos metros de mí.

Tranquila Amelia, es normal, esta es la vida en la calle, debes acostumbrarte.

—Hola, yo soy Alan y este de aquí es mi gemelo Alec. —Saluda un chico de pelo negro y ojos verdes. A su lado otro chico idéntico a él. Les sonrío tímidamente, y más bien parece una mueca.

Se acerca otro más; es rubio como Nick, mismo color de ojos, pero es un poco más bajo que él y tiene una argolla en la nariz.

—Yo soy Nathan, un gusto tenerte aquí con nosotros, verás que te sentirás cómoda con nosotros. —Su voz es profunda pero suave, da seguridad.

No creo que me llegue a sentir cómoda con tantos chicos.

El último chico se acerca, el mismo que vi en el sofá con la chica encima. Tiene el cabello castaño, los ojos de color café expresan frialdad; es mucho más alto que yo y de contextura musculosa, pero no exagerada.

—Hola. —Es lo único que dice y me estrecha la mano. La tomo y al instante la aparto al sentir un pequeño corrientazo, noto que él también lo ha sentido porque la aparta con la misma rapidez que yo. Nos quedamos viendo unos segundos que se me hacen eternos.

—¿Y tú eres..? —Las palabras abandonan mi boca sin pensar. ¿Por qué le pregunto? Qué tal que no me lo ha dicho porque no quiere.

—Hades. —Me quedo inmóvil al escucharlo. Su voz es grave y suave como la del resto de los chicos, pero logra que un fuerte escalofrío me recorra.

¿En serio Hades? ¿No había otro nombre para él?.. Siento que estoy en las puertas del infierno.

—Bien, ya que todos nos hemos presentado, te explico un poco todo. —Habla Nick. —Todos nosotros somos hermanos, excepto Hades, que es nuestro primo, pero estamos en familia. Nuestros padres no están, viajaron hoy en la mañana hacia otro país por cuestiones de trabajo, pero tú no te preocupes que nosotros cuidaremos de ti y te mostraremos cómo es el mundo aquí fuera.

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