Inocente✔️

Capítulo 29

Capítulo dedicado a @JeniferBotello16 Espero que te guste este capítulo, es bastante largo así que disfruta de él. Besitos🤗💖🤍

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(Alemania)

Cuatro años atrás.

El momento que tanto temían ha llegado; Hades sabía que esto pasaría, que en algún momento Ángel aparecería, y por eso desde que nació el pequeño Maximilian reforzó la seguridad. Aún así, tenía un plan de escape; no arriesgaría a su nueva familia de ninguna manera. Por eso, con el corazón en la mano envió a Juliet con su hijo hacia el aeropuerto, y pidió que se fueran antes de Amelia, así si también iban detrás de ella no verían a su pequeño. Él sabía que ella se resistiría a marcharse y dejarlo solo, por eso había hablado con uno de los guardaespaldas para que, en un movimiento sutil, la dejara inconsciente. Él resolvería su problema sólo, no podría en peligro a las personas que más ama, no podía darse el lujo de perder a su familia otra vez.

Con dolor ve como el amor de su vida es llevada hasta el auto de Alan; confía en él como para dejar la vida de Amelia en sus manos. Una vez el auto desaparece por la calle, voltea hacia los guardaespaldas que esperan sus órdenes.

—Fred, Albert, necesito que recojan todas las cosas de mi hijo y las trasladen al sótano; no puede quedar nada a la vista. —Ordena y los dos alemanes corpulentos asienten antes de subir a la habitación.

Él mientras tanto se asegura de que no quede nada en el piso de abajo, algún juguete o babero; pero sobre todo las fotos que están enmarcadas en la pared y los estantes. Termina en tiempo récord y luego sube para ver cómo les va a los guardaespaldas.

—Ya hemos trasladado todo. —Dice Albert al verlo entrar a la habitación. Efectivamente, no queda nada relacionado con un bebé más que el color de las paredes.

—Perfecto, ahora necesito que vayan al aeropuerto para que protejan a mi hijo y mi mujer hasta llegar a Inglaterra... Llévenle esta caja. —Pide mientras le entrega todos los retratos y cosas esenciales que necesitan, puesto que Juliet no tuvo tiempo ni de cambiarse.

—¿Y usted? No podemos dejarlo desprotegido. —Dice Fred cuando Albert sale de la habitación.

—Desde el inicio les pago para proteger a mi hijo y mujer, yo no necesito protección, estaré bien.

No pasan diez minutos cuando un auto aparca frente a la casa. Ángel baja con una sonrisa victoriosa en el rostro; se pudieron ocultar bien pero él los ha encontrado. Está ansioso por acabar con esa rata que asesinó a su padre; de la traidora Amelia ya se ha encargado y no puede estar más satisfecho, Adrián no debió dejarla salir de casa sola, ahora debe estar chamuscada en aquel auto según le han avisado los matones que ha contratado.

Camina con sigilo para entrar a la casa sin saber que es observado a través de una de las ventanas. Hades está oculto entre las cortinas de su habitación en espera a que suba. Para sorpresa de Ángel la entrada trasera está sin seguro. «Tontos», piensa mientras avanza hasta el salón. Al ver el piso de abajo vacío comienza a subir las escaleras y, una vez arriba, el sonido de personas hablando lo hace voltear hacia una de las puertas qué hay en el pasillo. Sonríe al ver saber que Adrián está en esa habitación, seguramente muy tranquilo viendo la tele sin saber que su fin está cerca y que su querida chica está muerta.

Saca el revólver que guarda en su pantalón con cuidado de no hacer ruido y se acerca a la puerta. Coloca una mano en el manubrio mientras con la otra sostiene el arma, y lo hace girar para abrir de forma rápida. Nada más entrar siente un fuerte golpe en su mano que logra tirar su arma al suelo. Hades no le da tiempo a reaccionar cuando acierta un puñetazo al rostro que tantos problemas le ha traído. Lo lleva contra la pared y con una mano sostiene su camisa mientras con la otra continúa golpe tras golpe deleitándose con la sangre que comienza a salir por su nariz y labio. Ángel, un poco aturdido, logra empujar a Hades lejos de su cuerpo, y aprovecha la oportunidad para lanzarse hacia él. Un puñetazo en la nariz es suficiente para que Hades comience a sangrar, pero logra parar el próximo y darle una patada en su abdomen, tirándolo al suelo. No pierde el tiempo y se sienta a horcajadas sobre él para continuar su ataque.