Capítulo 9

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Veo sus ojos cafés intensos que me miran llenos de lágrimas. Con las manos temblorosas, él seca las lágrimas que se me escapan y une nuestras frentes.

—No me hagas esto, por favor. —Suplico con la voz rota y escucho como él solloza.

—Debo hacerlo Am, es necesario. —Susurra con la voz rota y yo me niego a soltarlo.

—Podemos juntos, no me apartes de tu lado. —Él se separa un poco y niega mientras sus lágrimas no dejan de caer.

—Es por tu bien, no me voy a arriesgar. —Es lo último que dice antes de hacer unas señas.

Siento como alguien me toma por detrás y el desespero me invade. Grito, pataleo mientras cada vez me alejan más de él.

—¡Por favor! ¡No me hagas esto! ¡Suéltenme, desgraciados! —Pero él solo aprieta los puños sin dejar de observarme.

«Te amo» Es lo único que logro leer de sus labios antes de que todo se vuelva oscuridad....


Abro los ojos sobresaltada y lo primero que veo es el rostro de Hades a escasos centímetros del mío. Mi respiración es irregular y siento que algunas lágrimas surcan mis mejillas, que seco con mis manos, siendo cuidadosa de no despertar al chico frente a mí. Acabo de soñar con él, y se sentía tan doloroso y real.

Qué pesadilla tan fuerte.

Noto que estamos muy cerca, siento su respiración sobre mi nariz y un agradable calor debido al abrazo en que me tiene presa. Quisiera apartarme pero no puedo, estoy embelesada con su rostro. Sus cejas tupidas, que casi son cubiertas por su largo cabello castaño; naturalmente lo tiene recogido con una pequeña coleta, pero ahora está suelto. Admiro sus largas pestañas y su nariz fina; bajo hasta sus rosados labios y siento la necesidad de tocarlos, se ven tan suaves...

Sin apartar mis ojos de ellos, elevo mi mano derecha en su dirección. Estoy en una burbuja dónde el tiempo no corre y solo existen sus labios y yo. Mis dedos cosquillean de anticipación y se acercan hasta alcanzarlos. Justo cuándo mi dedo pulgar hace contacto con su labio inferior, siento la piel arder bajo el tacto. Entreabro los labios mientras lo acaricio con delicadeza, embobada por su suavidad.

De un momento a otro, sus dientes atrapan mi pulgar con poca fuerza y yo brinco del susto, incorporándome rápidamente en la esquina de la cama lo más lejos posible de él.

—Buenos días, monjita. —Susurra con la voz adormilada y yo siento como mis mejillas, ya, desde tan temprano, se calientan.

¿Qué le digo? ¿Qué le digo?

—Buenos días... Yo... Este... Tú... —Su sonrisa se ensancha aún más.

—Hey, tranquila, solo estabas tocando mis apetitosos labios.

—Es que... Tenías algo en el labio. —Digo lo primero que se me ocurre y él asiente convencido... o eso creo.

—Vale, vale, gracias entonces por quitar lo que sea que tenía. —Responde mientras se levanta de la cama e inconscientemente mi vista baja a la única prenda que lleva.

Siento mis mejillas arder, otra vez, al ver un bulto que sobresale... Un bulto bastante grande. Los recuerdos de anoche vuelven, cuándo me quedé viendo hacia ese mismo lugar.

¡Dios perdóname, pero es imposible no mirar!

Veo que la punta de un tatuaje se muestra por encima del elástico del bóxer, pero no se ve lo que es porque está en la zona cubierta. Cierta curiosidad se instala en mí por saber que tiene tatuado.

Inocente✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora