05. Trago amargo

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Seonghwa y los otros trabajadores de la casa habían sido criados como máquinas asesinas. Aprendieron otras disciplinas, tampoco dejaron su educación tradicional atrás, pero siempre enfocando sus esfuerzos en su lucha cuerpo a cuerpo, defensa propia y a usar armas. Recuerda que desde los ocho años vivía así, siendo su escuela todos los chicos que ahora trabajaban con él, junto a otros que no lograron pasar las pruebas o renunciaron a temprana edad.

No había sido un entrenamiento fácil y muchas veces quiso renunciar, pero no se lo tenía permitido. Su padre no era una persona que sonriera o que mostrara cualquier tipo de afecto, por lo que se le hizo extremadamente difícil desarrollar simpatía o empatía por otros. Si no fuera por los otros chicos, no sabría qué tan desalmado podría llegar a ser.

En ese momento es en que Hongjoong entra en su vida.

Lo conoció a los trece años en una fiesta que el jefe estaba dando para todos sus trabajadores. Hongjoong, un chico un tanto bajo, más que hoy en día, se escondía detrás de su padre, mirando nervioso a todos lados y titubeando.

Seonghwa no sentía simpatía de ninguna forma con el pequeño, pero tampoco le disgustaba particularmente, no hasta que su padre los presentó.

—Seonghwa, él es Kim Hongjoong, hijo del jefe. Salúdalo —ordenó sin una pizca de amabilidad, sin mirarlo y con voz imperativa.

"¿Él? ¿Hijo del jefe?" pensó con una ceja levantada. Por mucho que esa idea le disgustara, puso buena cara, una que había practicado desde muy joven, para que los otros no notaran sus pensamientos.

Un gusto, Kim Hongjoong.

El chico puso los ojos llorosos y se inclinó levemente como saludo.

"¿Se va a poner a llorar?" pensó Seonghwa riendo internamente. "Lo castigarán, definitivamente", pensaba para sus adentros, mirando de reojo al padre del niño, esperando un golpe o una mala palabra de parte de este.

Pero ese golpe nunca llegó. Fue aún peor.

El hombre puso una mano en su cabeza y la acarició, consolándolo. El chico le miró desde abajo, sonriendo levemente

Seonghwa se quedó atónito ante la escena frente a él, ¿Acaso ese era el jefe de la mafia? ¿Aquel hombre aterrador y desalmado del que con solo una mirada te quemaba vivo?

Seonghwa miró a su padre también. Él nunca lo había tratado así...

Algo dentro de él se rompió y una espina amarga se instaló en lo más profundo de él. Todo por culpa de Hongjoong.

Kim Hongjoong.

Seonghwa, desde lo lejos, veía al aún pequeño Hongjoong hablar con un grupo de personas que, por la forma en que les hablaba, parecían más sus compañeros de universidad que mafiosos y empresarios corruptos. El mayor tomó del vaso que tenía en su mano de un líquido azul con una porción muy pequeña de alcohol que odiaba, pero que tomaba por educación.

San les había avisado que había una actividad de celebración de uno de los socios de la compañía, por lo que ellos debían asistir. Era un lugar lujoso, lleno de comida colorida, personas con trajes que debía tener un precio innecesariamente caro, decorado elegante y candelabros que simulaban una noche estrellada.

Wooyoung apareció por detrás de él sacándolo de sus pensamientos, abrazando sus hombros y acercándose a él.

Algunas veces odiaba lo tolerante que era con esa pequeña sanguijuela.

—¿Miras a nuestro jefecito? —preguntó burlón.

—¿Dónde más debería estar viendo? Es mi trabajo cuidarlo —Seonghwa le miró con el rabillo del ojo, despectivo.

hijos de la mafia » [seongjoong]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora