26. Padre

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Sangre, mucha sangre.

Seonghwa seguía congelado en su lugar sin despabilar.

Los otros miembros de la familia presentes se recompusieron de inmediato actuando profesionalmente y separándose con naturalidad en dos equipos. Un equipo corrió detrás de Hongjoong y sus captores, y el otro equipo se quedó atendiendo al jefe de la familia Kim que se había desplomado al piso.

—¡Señor! —se escuchó que alguien dijo. El hombre hizo un quejido de dolor con la respiración agitada— Está consciente, eso es bueno. Necesito que siga conmigo, señor, intente hablarme...

—¡Todos, afuera! —gritaba otra persona guiando a muchos hacia las puertas de salida con arma en mano.

—¡Ustedes, apaguen ese fuego antes de que se expanda! —ordenaba otro.

Todo se escuchaba tan lejano como si estuviera debajo del agua, se sentía falso y no era capaz de procesar nada. Todos se movían en cámara lenta frente a sus ojos. Seonghwa no era capaz de comprender en toda su extensión lo que estaba ocurriendo.

Yeji los había traicionado como si no fuera nada, había disparado a su jefe sin vacilar y se habían llevado a Hongjoong...

Hongjoong... se lo habían llevado. A quién sabía dónde.

¿Cómo había pasado esto? ¿Por qué estaba pasando esto?

Sus ojos se aguaron y sintió una gran presión en su pecho.

—¡Se fueron por acá, síganme! —escuchó a lo lejos..

Seonghwa sintió su consciencia volver repentinamente.

Hongjoong. Tenía que salvarlo. Tenía que volver a su lado.

Levantó la mirada y siguió al grupo que había salido a su rescate. Pasó por varios pasillos siguiendo el alboroto con su corazón latiendo tan fuerte que apenas era capaz de escuchar su respiración alterada. Cuando llegó hacia donde ellos estaban los disparos eran la música ambiental y los gritos se volvían cada vez más fuertes, algunos de dolor y otros de indicaciones.

—¡Cuidado con no herir al jefe! —había ordenado otro. Poco después fue capaz de ver como uno de los autos comenzaba la marcha y se alejaba a toda velocidad.

—¡Sigan disparando hasta que los perdamos de vista! ¡Tomen un auto y síganlos! —coordinaba su padre con voz demandante y casi inalterada a pesar del caos.

Su padre se veía relativamente calmado, pero lo conocía. Estaba asustado y confundido.

No era capaz de decir cuántas veces en su vida lo había visto así, pero sólo hacía que su corazón se encogiera aún más del miedo.

—Hay dos hombres heridos de la familia Song en las escaleras, revísenlos y reporten —les dijo indicando con su dedo a los hombres con heridas de bala tirados en las escaleras y con su sangre bajando la escalera a un ritmo que alertaba que no sobrevivirían más de unas horas.

Seonghwa siguió con la vista como el auto a lo lejos desaparecía entre las calles hasta que ya no era capaz de seguirlos con la mirada.

Su corazón cayó a sus pies y su rostro se transformó en uno miserable e incapaz de recomponerse. Inhaló la mayor cantidad de aire para poder controlar las lágrimas que se agolpaban en sus ojos.

—Hongjoong —brotó sus nombre de sus labios sin ser capaz de evitarlo.

Le ardía y le dolía todo su ser. No podía detener sus pensamientos que corrían sin coherencia ni razón.

Pudo hacer más, podía hacer más. No podía dejar que se lo llevaran, pero ya se lo habían llevado. No podía solo quedarse a mirar, pero no sabía qué más hacer. No había sido capaz de responder lo que le dijo, pero ya era muy tarde.

hijos de la mafia » [seongjoong]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora